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Así fue o podría haber sido

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¿Habéis recibido alguna vez un mensaje de WhatsApp de alguien que no conocéis? ¿Nunca? Un chico me había conocido en una discoteca y quería volver a verme. Le había dicho que me llamaba Susan. Y ahí le tenías, buscando a Susan desesperadamente. Estuve a punto de llamarle y quedar. Pero resulta que nos habíamos visto en un garito de Houston. Claro, ahí teníamos un problema. Típico de Houston. El caso es que, como ya sabéis, yo no me llamo Susan y nunca he estado allí (eso no lo sabíais). Así que tuve que declinar la oferta. En otra ocasión me escribieron para comprarme un reloj. Que yo al mío le tengo mucho cariño, pero es que me ofrecían 10.000 francos suizos. Lástima que no tengo ningún Rolex a la venta. Otros me escriben para cambiarme de compañía. Con lo que me gusta a mí la compañía que tengo. Que no les cambio por nada del mundo. Buena gente, amigos de sus amigos y siempre están ahí. O aquí. Según el momento. Ya me entendéis. Pero esta semana, me pasó una cosa notable. He

El tamaño de las cosas

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Ya estamos otra vez con lo de que el tamaño importa. Cuanto más grande mejor. Pues ahora se lleva lo pequeño. XS, S, L, XL, XXL y la talla MMXX (estamos de acuerdo que a nadie la ha sentado bien la talla 2020 ¿No?). Prefiero no meterme con el año pasado que parece que el 2021 viene con ganas de dar por saco. En el post de hoy hablamos de cómo ha cambiado el tamaño de algunas cosas. ¿Mejor grande que pequeño? ¿Cuánto más pequeño mejor? Los teléfonos móviles, los ordenadores, los coches, la ropa, y hasta las personas han ido cambiando de tamaño. Sobre todo, las personas. Hay gente que nace, crece, sigue creciendo, como los hermanos Gasol. Otros ensanchan, y ensanchan como Russell Crowe, que se ha comido a Gladiator y a todos los del circo. Otras personas humanas nacen, crecen, se reproducen, se siguen reproduciendo y te llenan el barco de vacaciones en el Mar. Mírale que hermoso… o no Ese recién nacido que ha pesado 5 kilos y con más pelo que los Europe. Que ya ha salido criado y con

Hotel dulce Hotel

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Antes de ir de vacaciones miro y remiro para elegir el hotel en el que voy a alojarme.   Busco en diferentes webs, veo las fotos de las habitaciones, de la piscina, de la terraza (por si me da algún día por hacer balconing), miro los mapas de situación, las medidas de la cama, las críticas de otras personas que ya se han alojado allí, a qué distancia está del aeropuerto, si hay restaurantes cerca, cómo se llaman los recepcionistas… (igual ahí estoy exagerando). Si voy a estar 3 o 4 días en un sitio, me gusta informarme del hotel y preparo las vacaciones lo mejor que puedo. Hago mil planes, rutas por la ciudad o la zona (para al final no cumplirlo casi nunca), pero por mucho que te informes, hay cosas que siempre, siempre, se te escapan. ¿Qué habitación me darán? Tienen tanta variedad que te haces un lío.   Cada hotel tiene una forma de llamar las distintas alcobas (qué me gusta esta palabra).   Eso, cuando no les dan nombres guays, nombres de escritores, de ciudades, p