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Así fue o podría haber sido

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¿Habéis recibido alguna vez un mensaje de WhatsApp de alguien que no conocéis? ¿Nunca? Un chico me había conocido en una discoteca y quería volver a verme. Le había dicho que me llamaba Susan. Y ahí le tenías, buscando a Susan desesperadamente. Estuve a punto de llamarle y quedar. Pero resulta que nos habíamos visto en un garito de Houston. Claro, ahí teníamos un problema. Típico de Houston. El caso es que, como ya sabéis, yo no me llamo Susan y nunca he estado allí (eso no lo sabíais). Así que tuve que declinar la oferta. En otra ocasión me escribieron para comprarme un reloj. Que yo al mío le tengo mucho cariño, pero es que me ofrecían 10.000 francos suizos. Lástima que no tengo ningún Rolex a la venta. Otros me escriben para cambiarme de compañía. Con lo que me gusta a mí la compañía que tengo. Que no les cambio por nada del mundo. Buena gente, amigos de sus amigos y siempre están ahí. O aquí. Según el momento. Ya me entendéis. Pero esta semana, me pasó una cosa notable. He

Pues si la he visto…

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Podemos ver una película casi antes de que la estrenen. Aún no la ha visto el director, y ya está disponible. En el cine, en la tele, en el teléfono, diez horas de “poscast” sobre el film en cuestión. El remake, la original, en versión búlgara con subtítulos en Klingon. Y tenemos más plataformas que en un desfile de Drag Queens. HBO, Filmin, Amazon, Apple TV, Tararí que te Ví, Movistar Plus, Disney Plas, Netflix Plis, Liz Truss… Las televisiones de toda la vida poniendo westerns, o películas alemanas en las que el tiempo es muy bueno y la gente es muy mala. ¿Pretty Woman en Tele 5? ¿Torrente 3 en Antena 4? ¿Pero las vemos de verdad? Y si la he visto, ¿Me acuerdo? Que te preparas con tus palomitas y cervecita. O la versión sana con un pan de 300 cereales (que seguro que no hay tantos en el mundo), tu “esmuzi” (me chivan que se escribe smoothie), agua de glaciar islandés, o tu ensalada de aguacate… Pero vamos a la película. Ya estás frente a la tele. Sale el león rugiendo o la mont

Nos creemos hasta lo increíble

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Hace poco salía a la luz (vamos a empezar con tópicos que así se da más credibilidad) una noticia en la que se decía que los americanos pensaban que las vacas marrones daban batido de chocolate. Sería injusto decir que todos los americanos son tontos. Ni siquiera esos 16 millones... Aunque teniendo en cuenta lo que votan… pero nosotros tampoco estamos para presumir.  También habría que ver cómo han hecho la encuesta. A mí me llaman por teléfono a las 3 de la mañana para preguntarme una gilipollez y lo mismo contesto que el café con leche viene de las vacas blancas y negras. Y es que no los creemos todo… Vamos a ver más ejemplos

10 cosas que nos cuentan, o no, en los cuentos

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Esta vez es literal. Os voy a contar cosas que nos cuentan en los cuentos. Los de verdad. Los que nos leían de pequeños y en los que se basa el señor Sidney… (¿o es Disney?) para hacer películas. Y es que hay algunos temas que no me cuadran. Hay cosas muy sospechosas en los cuentos. Como ver a un chino paseando a un perro o a un político viajando a Suiza. Vamos con las cosas que nos cuentan en los cuentos.

Nos siguen engañando

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¿Os acordáis cómo nos engañaban cuando éramos pequeños? Si no lo recordáis, no pasa nada, nos siguen engañando ahora que somos mayores. No, no hablo de los políticos. Bueno también. Los políticos nos engañaban antes, lo hacen ahora, y lo seguirán haciendo por los siglos de los siglos (siento ser pesimista con este tema, pero creo que esto no cambiará nunca).  Pero no vamos a echar la culpa de todo a los políticos. Al fin y al cabo, y aunque no lo parezca, ellos también son personas. A lo que me refiero en el título, es que desde que somos pequeños vivimos en la mentira, o utilizando el vocabulario de los políticos, nos dan explicaciones o declaraciones que no se ajustan a la realidad en forma parcial o total.  Los mayores te dicen: “ Ya lo entenderás cuando seas mayor ”. Y te haces mayor y tampoco lo entiendes.  Y no será porque tú no preguntas. Hay una época de la vida en la que los niños se pasan preguntando ¿por qué? una media de 50 veces al día. Hay algunos que incluso de