Así fue o podría haber sido

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¿Habéis recibido alguna vez un mensaje de WhatsApp de alguien que no conocéis? ¿Nunca? Un chico me había conocido en una discoteca y quería volver a verme. Le había dicho que me llamaba Susan. Y ahí le tenías, buscando a Susan desesperadamente. Estuve a punto de llamarle y quedar. Pero resulta que nos habíamos visto en un garito de Houston. Claro, ahí teníamos un problema. Típico de Houston. El caso es que, como ya sabéis, yo no me llamo Susan y nunca he estado allí (eso no lo sabíais). Así que tuve que declinar la oferta. En otra ocasión me escribieron para comprarme un reloj. Que yo al mío le tengo mucho cariño, pero es que me ofrecían 10.000 francos suizos. Lástima que no tengo ningún Rolex a la venta. Otros me escriben para cambiarme de compañía. Con lo que me gusta a mí la compañía que tengo. Que no les cambio por nada del mundo. Buena gente, amigos de sus amigos y siempre están ahí. O aquí. Según el momento. Ya me entendéis. Pero esta semana, me pasó una cosa notable. He

Ai loviu Mary Pains!

¿De verdad os lo tengo que traducir? Es posible que no tenga el mejor acento hablando en inglés… a veces se me mezcla con el de Carabanchel y no es fácil de entender. En cualquier caso, el título con el que he titulado este post (como veis, tampoco se me entiende demasiado bien en español), podríamos traducirlo como Te amo María Dolores.

También es muy posible que un post en un blog, no sea el mejor sitio para declararle mi amor ni a Mary Pains, ni a Mary Win (María Victoria), Help (si mi amada se llamara Socorro, o Auxilio). También podría declararme a un hombre, allá cada uno con sus declaraciones y decir que me gusta Frames, Marcos, en español, o “there is See”, que sería como Aimar. Ya paro.

A lo que iba, que no tengo nada ni contra María Dolores, ni con la gente que le declare su amor, que yo me alegro por ella. Y si son felices, pues mucho mejor. Que últimamente no hay más que desgracias por el mundo y nada me haría más feliz que ver a una pareja enamorada. Aunque se llamara Ester Piscore. Allá ellos. Estos señores te lo explican mucho mejor. O no. Pero merece la pena darles una oportunidad.

El caso es que yo os venía a hablar de sitios en los que la gente dibuja o escribe, aunque cada vez se escriba menos… y peor.

Vaya vallas, paredes, muros….

Hay cosas que no se pueden evitar. Como hacer ruido al sentarse (me comunican que esto sólo lo hacen las personas mayores… ). El caso es que es muy difícil ver una pared sin un grafiti, una frase, un pensamiento, un cartel de Rosalía. Ni una pared sin su Motomami (palabrita de Baby Jesus que hay carteles suyos en Zúrich). De momento sin pintar, que los suizos pintan poco.

Baños públicos

Hay puertas de baños públicos que parecen la espalda de un futbolista. No cabe una pintada más. Ni una frase. Números romanos, palabras japonesas, cuentos chinos. De todo cabe. Y es que el mundo mundial necesita saber que José Manuel de Albacete, hizo uso del baño. Que le gusta Maripili, que estuvo con sus colegas el rubio y el bizco. Es muy posible que también deje un dibujo a escala de alguna parte (o de sus partes) en la puerta a modo de recordatorio. Las colas y los baños públicos siempre han tenido una relación muy estrecha. Cuidado con la puerta.

¿Qué pasó tronco?

Aurelio y Jacinta se prometieron amor eterno y lo inmortalizaron en el tronco de un árbol. “A corazón J, 15/5/1965”. ¿Seguirán juntos? ¿Quedó Jacinta encinta? ¿Cómo se llaman los nietos?  ¿Por qué nos tienen en vilo? Tantas preguntas y ninguna respuesta. ¡Esto es un sinvivir!

El ascensor

Tenemos obsesión con pintar cosas en los lugares cerrados. En el ascensor de mi casa, que era particular, había pintadas, miembros viriles y otros no tan viriles y un cartel en el que no se impedía que los niños viajaran solos. Al contrario, ponía “NO SE ACERQUEN A LA ENTRADA” E “IMPIDAN QUE LOS NIÑOS VIAJEN SOLOS”. Y yo se lo pedía a mi madre, hasta que al final puede acercarme y me dejó ir solo. Pero no te creas que me dejaba viajar muy lejos. De casa al ascensor, subir y bajar. Para ese viaje no hacía falta alforjas (palabra preciosa donde las haya). Ni nada.

La cueva

Es el lugar perfecto para pintar cosas. Cumple con todas las características. Tiene paredes por doquier (lo que quiera que significa doquier) y está casi, casi cerrada. Para entrar a vivir, vamos. No hay cueva sin sus pinturas. Bisontes, “mamuses”, ciervos, gente cazando, lanzas… Echo de menos lo de Señor Neandertal “loves” Señora Neandertala, o que se quieran entre señores sapiens, o señoras cromañonas. Seguro que hay cuevas con imágenes de austrolopitecus haciendo cosas de austrolopitecus o señoras habilis, con sus habilidades, o señores erectus…

Sobre un vidrio mojado escribí…

¿Quién no ha pintado una carita sonriente en un cristal empañado? ¿No? ¡Tristes, que sois unos tristes! Hablando de tristes, algunos hasta escriben su nombre en un vidrio mojado, y lo ponen en una canción.

Gutiérrez, a la pizarra

Y Gutiérrez iba a la pizarra. De mala gana, pero iba. El mismo que antes había dibujado un aparato reproductor masculino (qué obsesión tenemos los niños con los pitos), ahora no le viene bien escribir el logaritmo neperiano de 25. Que como todos sabemos es… ¿Qué cojones es un logaritmo “leperiano”? ¿Y una parábola?

 ¿Y algo más largo?

En una pared o en una cueva se pueden poner textos más largos. Y mira si es alto un árbol como para escribir algo más que una fecha y un corazón. Pero por lo que sea, la gente prefiere poner cosas cortitas. No les da por hacer frases largas, prefieren que llegue el mensaje. Que Maria Angustia sepa que le gustas. También evitan cometer errores ortográficos. Cuanto más corto el texto, mucho mejor. Y busca la poesía.

En cualquier caso, es mucho mejor que no escribas en las paredes, ni en las puertas del baño, ni en cuevas, ni en la espalda de un futbolista. Mándale un “guasap” a Maria Dolóres o al futbolista. O mejor, dedícale una canción, como se hacía antes.

También puedes escribir un telegrama, un tweet, un fax, un libro y hasta un post en tu blog. Pero esa es otra historia. Seguiremos leyendo.


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