Así fue o podría haber sido

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¿Habéis recibido alguna vez un mensaje de WhatsApp de alguien que no conocéis? ¿Nunca? Un chico me había conocido en una discoteca y quería volver a verme. Le había dicho que me llamaba Susan. Y ahí le tenías, buscando a Susan desesperadamente. Estuve a punto de llamarle y quedar. Pero resulta que nos habíamos visto en un garito de Houston. Claro, ahí teníamos un problema. Típico de Houston. El caso es que, como ya sabéis, yo no me llamo Susan y nunca he estado allí (eso no lo sabíais). Así que tuve que declinar la oferta. En otra ocasión me escribieron para comprarme un reloj. Que yo al mío le tengo mucho cariño, pero es que me ofrecían 10.000 francos suizos. Lástima que no tengo ningún Rolex a la venta. Otros me escriben para cambiarme de compañía. Con lo que me gusta a mí la compañía que tengo. Que no les cambio por nada del mundo. Buena gente, amigos de sus amigos y siempre están ahí. O aquí. Según el momento. Ya me entendéis. Pero esta semana, me pasó una cosa notable. He

Malas posturas, frío y micromina

Mi abuela, la materna, tenía dos explicaciones para todas las enfermedades. Una era que habías cogido frío, lo que explicaría los resfriados y anginas, y la segunda, que explicaba cualquier dolor, excepto el de garganta, las malas posturas.


Mi otra abuela, no daba tantas explicaciones. Los niños en general, y mi hermana y yo, en particular, nos poníamos malos porque siempre estábamos en pelotas. Por lo tanto, las causas de las enfermedades se reducían al frío, tanto si estabas en pelotas como si no, y las malas posturas. Dormir desnudo en una mala postura podía suponer la peor de las enfermedades.

Y la solución siempre era friegas de alcohol. Pero del que no se bebe. No servía un JB, o un poquito de Anís del Mono, o anís de cualquier otro animal. También estaba la opción del agua “exagerada”. Probablemente el nombre venga de lo que gritan los hombres cuando se lo echan en la herida.

Recapitulemos. Si estás constipado es que has cogido frío por haber estado desnudo. Te duele, cualquier parte del cuerpo, es por una mala postura. En defensa de mis abuelas, tengo que decir, que una vez habían dado su diagnóstico, les decían a mis padres, que lo mejor era llevarnos al médico.  Vestidos. Nosotros. Y ellos también. Y a ser posible que el médico también estuviera vestido. De lo que quisiera, pero vestido.

Y aquí es donde viene la parte de la “micromina” y el resto de “midicinas”. Cuando te llevaban al médico es que era algo más gordo que ponerte sólo alcohol, agua oxigenada o mercromina. Con lo que molaba poder enseñar tu herida. Habrá que hacer caso al médico.

A lo que iba, que yo quería hablaros de la medicinas. Y como el blog es mío, yo las clasifico de la siguiente manera.

Primeros socorros y auxilios

En el botiquín (palabra bonita donde las haya. Botiquín, botica chiquitita) que yo tenía, no había muchas medicinas. Diría que ninguna. Vendas, tiritas (aún no había las de “mikimaus”, o del “patodonal”, alcohol, agua exagerada, “micromina” y unas tijeras que no cortaban casi nada. Que, por un suponer, hubiera que cortar una pierna, pues esas tijeras no servían.

Aspirinas y analgésicos

Que buen nombre para un grupo de música alternativa. De música relajante, por supuesto. ¿Os acordáis del calmante vitaminado? Que te calmaba, vitaminaba y te supermineralizaba… ¿Y qué me decís de las aspirinas? ¿Sabías que aspirina viene del alemán? Aspi, cosa y rina que tiene ácido acetilsalicílico.  Cuantos dolores de cabeza nos han evitado paracetamol e ibuprofeno, que parecen nombres de filósofos griegos.

El cajón de las midicinas

Además del botiquín, en mi casa, y entiendo que en casi todas las casas que tengan cajones, hay uno para las medicinas. Y ahí van los espidifines (del latín, espidi rápido de ahí lo de Espidi González y fines, te quita el dolor), los paracetamoles, e ibuprofenos, una caja de aspirinas Bayer, el jarabe para la tos y otro para que expectores (lo que quiera que signifique expectorar, los Almax y una pastilla efervescente que caducó en 1974 y es posible que no efervezca (también es posible que no exista el verbo efervescer).

¿Receta?

Se acabaron los tiempos en los que teníamos medicinas por encima de nuestras posibilidades. Te dolía algo y en la farmacia te daban una caja de esto, píldoras para lo otro, grageas (otra palabra para añadir a la colección de preciosidades), una muleta, y dos muestras de crema para eliminar el acné. Ahora necesitas receta para todo. Ya no te puedes drogar como dios manda. Tienes que buscarte la vida en otros sitios.

¿Que tengo que qué?

Hubo un tiempo en el que no estábamos tan contentos con que nos pusieran vacunas, o nos inyectaran nada. ¡Qué manía tenían los médicos de recetar “indiciones”! Mucho mejor que un supositorio eso sí, ¡Dónde va a parar! Sí que sé dónde va a parar, pero no es necesario ser tan explícito.

El pirulero

Nada que ver con el señor Antón. Yo llamo pirulero al sitio de las pirulas. Otros lo llamaréis pastillero. Haced lo que queráis, que ya sois mayorcitos. Y cuanto más mayorcito, más pirulas metéis en el pirulero. Una para desayunar, dos para comer, tres para la merienda, la de antes de la cena, otra para antes de acostarse, otra para la tensión… Se han visto más pastillas en algunos piruleros que en toda la ruta del Bakalao.

Yo te recomiendo…

Yo, personalmente, no te recomiendo que tomes nada. Una cerveza o dos, como mucho, que luego te sientan mal. Pero en cuestión de medicinas hay mucho “recomendero”. El que sabe mucho más que el médico, los que te dan remedios naturales. Yo, naturalmente, no les hago mucho caso y procuro no tomar ni medicinas, ni recomendaciones.

Si tenéis que tomar alguna, haced caso a los que saben… Aunque ya te digo que lo más probable es que hayas cogido frío o una mala postura. O las dos cosas. Esta chica te podría servir de modelo.

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