Así fue o podría haber sido

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¿Habéis recibido alguna vez un mensaje de WhatsApp de alguien que no conocéis? ¿Nunca? Un chico me había conocido en una discoteca y quería volver a verme. Le había dicho que me llamaba Susan. Y ahí le tenías, buscando a Susan desesperadamente. Estuve a punto de llamarle y quedar. Pero resulta que nos habíamos visto en un garito de Houston. Claro, ahí teníamos un problema. Típico de Houston. El caso es que, como ya sabéis, yo no me llamo Susan y nunca he estado allí (eso no lo sabíais). Así que tuve que declinar la oferta. En otra ocasión me escribieron para comprarme un reloj. Que yo al mío le tengo mucho cariño, pero es que me ofrecían 10.000 francos suizos. Lástima que no tengo ningún Rolex a la venta. Otros me escriben para cambiarme de compañía. Con lo que me gusta a mí la compañía que tengo. Que no les cambio por nada del mundo. Buena gente, amigos de sus amigos y siempre están ahí. O aquí. Según el momento. Ya me entendéis. Pero esta semana, me pasó una cosa notable. He

Rápido, siga a ese coche

En “Mujeres al borde de un ataque de nervios”, el personaje que interpreta Carmen Maura se sube a un taxi y dice: “Siga a ese Taxi”. El taxista, que probablemente no sepa que está en una película, contesta. “Creía que eso sólo pasaba en las películas”.

“¡Siga a ese taxi!”, “¿Hay algún médico en la sala?”, “¡Corta el cable rojo!”. “Tiene derecho a permanecer en silencio…” Hoy vamos a hablar de esas frases que, es muy probable que, en la vida real, no tengamos la posibilidad de decirlas.

Que tampoco vengo yo a coartar tu libertad. Puedes decir estas frases y las que quieras. ¡Faltaría más! Hay gente que dice cosas más raras. Y en la tele… y no hace falta que sean políticos. Cosas de la democracia

Siga a ese coche

No me digas que no has tenido nunca la tentación de hacerlo en un taxi. Lo de pedir que sigan a un coche, me refiero. ¡Rápido! No le pierda. Y ese taxista raudo y veloz, pisando el acelerador mientras te dice, “Le advierto que a estas horas el centro está fatal. En realidad, todo está fatal, con estos políticos que tenemos. Yo les metía a todos en la cárcel y les ponía a trabajar… ¿Dónde íbamos? ¿Me va a pagar con tarjeta? ” 

¡Cúbreme!

A no ser que estés en medio de un tiroteo, o en una situación de peligro real, es muy probable que no hayas utilizado nunca esta frase. Oye, que a lo mejor estás en la cama con tu pareja, o con alguien que no es tu pareja, que no os voy a decir a estas alturas con quién os vais a la cama. Pero lo de pedir que te cubran, es posible que no se entienda bien. O demasiado bien.

¡Abran paso en nombre de la ley!

“Stop, in the name of love” también es una buena frase, incluso para cantarla en un Karaoke, pero es mucho más efectiva la de abrir paso. Ahora a lo mejor no tiene mucho sentido, porque no hay demasiada gente por la calle (según en qué sitios y en qué calles), pero va a ser de las primeras cosas que voy a hacer cuando todo se normalice. También es recomendable hacerlo en un sitio donde te entienda la gente. Prueba a hacerlo en una calle de Tokio en perfecto castellano y es probable que no funcione.

Varón, 50 años, sobrepeso….

Siempre quise ser médico. Ayudar a la gente. Curar enfermedades… Y sobre todo para decir en la puerta de urgencias lo de “Varón, 50 años, sobrepeso, calvo… Es probable que no sea necesaria tanta información. También es posible que al paciente no le haga gracia que se hable de él en esos términos. El caso es que me encantan esas escenas en las que el médico o médica nos cuenta que el paciente tiene una herida inciso “confusa” con trayectoria elíptica y que afecta al pulmón derecho y necesita oxígeno, 100 miligramos de adrenalina, y una aspirina efervescente. A lo mejor la aspirina, no hace falta. Tampoco que sea efervescente. Lo mejor es que estas cosas las sigan haciendo los médicos…. Por cierto. ¿Hay algún medico en la sala?

Ponme lo de siempre

“Enseguida le preparo su Martini, agitado, no mezclado. Se lo llevo a su mesa, señor Chan, Mer Chan”. En la vida real si voy a un bar y pido lo de siempre, el camarero no sabría quién soy. Tampoco sabría qué tomo. Nunca he llegado a ser cliente habitual de un garito para que con solo una mirada, el señor barman (no confundir con el que va con Robin) me prepare un whisky doble sin hielo, en vaso ancho…. Pero oye, si me lo pone, yo me lo tomo. Una vez puestos...

Tiene derecho a permanecer en silencio…

No hace falta ser policía de Nueva York, o de Chicago para decirle a alguien que se calle, pero tiene mucho arte lo de la frase completa de las pelis. Cualquier cosa que diga puede ser usada en su contra… Si no tiene un abogado, el que tengo aquí colgado. Así me gusta, que guardes silencio porque me gusta cuando callas y estás como ausente. Quizá tengo que repasar de nuevo la frase, pero dudo mucho que la vaya a utilizar alguna vez. Mejor no digo nada.

Sincronicemos nuestros relojes

Es posible que no lo digan ya en las películas. Pero en las antiguas, la gente sincronizaba sus relojes. Ahora sincronizan la natación, pero esa es otra historia. Los policías y los ladrones se ponían de acuerdo para que sus relojes tuvieran la misma hora. Me explico, los policías con los policías y los ladrones con los de su banda. No es que quedaran para poner el reloj en hora los unos con los otros, aunque también podrían hacerlo. Que también es bueno que haya acuerdo. Give me five!

¡Corta el cable azul!

¿O era el rojo? En realidad lo que me gustaría saber es qué cable cortar. ¿Por qué los malos no se sincronizan y se ponen de acuerdo? Como con los grifos. Sabes que el azul es el agua fría. Con los cables deberían hacer lo mismo. Ya sé que ellos van a lo suyo, pero igual es momento de pensar en los demás. ¿Qué os cuesta? Por fa, por fa.


Tampoco es cuestión de daros la brasa con todas las frases. Ya sé que se me han quedado algunas como: “Deje su placa y su arma en mi despacho”, “Mi hijo Timmy juega la final de beisbol y no quiero decepcionarle”, o “Peinen la zona”.

Mejor vamos terminando y lo hacemos como en las pelis.



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