Así fue o podría haber sido

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¿Habéis recibido alguna vez un mensaje de WhatsApp de alguien que no conocéis? ¿Nunca? Un chico me había conocido en una discoteca y quería volver a verme. Le había dicho que me llamaba Susan. Y ahí le tenías, buscando a Susan desesperadamente. Estuve a punto de llamarle y quedar. Pero resulta que nos habíamos visto en un garito de Houston. Claro, ahí teníamos un problema. Típico de Houston. El caso es que, como ya sabéis, yo no me llamo Susan y nunca he estado allí (eso no lo sabíais). Así que tuve que declinar la oferta. En otra ocasión me escribieron para comprarme un reloj. Que yo al mío le tengo mucho cariño, pero es que me ofrecían 10.000 francos suizos. Lástima que no tengo ningún Rolex a la venta. Otros me escriben para cambiarme de compañía. Con lo que me gusta a mí la compañía que tengo. Que no les cambio por nada del mundo. Buena gente, amigos de sus amigos y siempre están ahí. O aquí. Según el momento. Ya me entendéis. Pero esta semana, me pasó una cosa notable. He

La lámpara maravillosa y otros descubrimientos

No estamos para que nos cuenten cuentos, ni mucho menos cuentos antiguos como el de Aladino y la Lámpara Maravillosa. Que resulta que Aladino se llama ahora Aladín (no, no voy hacer la broma de ponerle apellidos como Aladín Aladán aladín bom ban). Tampoco os voy a explicar que el nombre real es Al-Ladín, que en árabe de Arabia significa “ahí a 5 minutos andando”.

Lo que sí os voy a contar es mi historia con una lámpara. No es una lámpara maravillosa. Es más bien normalita. Ni siquiera te concede tres deseos. El único deseo es que, si de verdad quieres que se encienda, sólo tienes que dar a un botón (tenerla enchufada y tener pasta para pagar la factura. Esto ya es más complicado, pero no tiene la culpa la pobre lámpara. Ni Aladín, ni Aladán…) Lo maravilloso de la lámpara es que tenía un botón que he encontrado casi un año después de comprarla. Con una sola bombilla, la lámpara tiene muchas más luces que el dueño.

Durante bastante tiempo he estado desenroscando la bombilla, o desenchufando la lámpara para apagarla. Pero el otro día, por arte de birlibirloque (que es un arte muy antiguo y una de mis palabras favoritas), se me apagó la bombilla. Ya, ya sé que los descubrimientos se suelen ilustrar con una bombilla encendida, pero es que no sé qué toqué, que se apagó la bombilla de la lámpara. Después de mucho investigar (cuando digo mucho, me refiero a más de 30 segundos), descubrí que la cubierta trasera de la lámpara era también un interruptor, que como su propio nombre indica interrumpe. He aquí la maravillosa lámpara.

Como veis, tampoco es que sea maravillosa, pero luce, que es lo que tienen que hacer las lámparas. El caso es que estas cosas pasan por no leer las instrucciones. Y aquí os voy a poner más ejemplos.

¿Y estas palancas?

Los coches tienen unas palanquitas, todos los coches, no penséis que el vuestro es particular, como el patio de tu casa. Una palanca sirve para indicar que vas a hacer un cambio de carril o tomar otro camino (por ejemplo, las de Villadiego). Otra sirve para activar el limpiaparabrisas. Lo del nombre de parabrisas también necesitaría una actualización. Que sí, que para brisas, pero también detiene otro tipo de vientos, y de frío, y agua. Pero esa es otra historia.

La otra palanca

Eso que sale del volante (ahora los volantes tienen más botones que la nave de Alien), la palanca esa de la izquierda es, en muchas ocasiones, el gran desconocido para algunos conductores. Venderán el coche y en el anuncio pondrán, coche muy completo, tiene palanquitas a estrenar. 20 años conduciendo y aún no han descubierto que es muy recomendable avisar a la gente de tus decisiones al volante. No es necesario que grites al resto de conductores de todo lo que vas a hacer. ¡Que arranco! ¡Ahora voy a la izquierda! ¡Perdón! Era a la otra izquierda… No te lo vas a creer, esa palanca es precisamente para eso.

Los semáforos      

Seguimos con cosas con luces. Es posible que aprenderte el significado de los colores no sea sencillo. Verde, “palante”, rojo, “tatequieto”, amarillo, “cuidadín”. Hay semáforos que incluso les ponen dibujitos: un señor con sombrero, una pareja de señoras, un hombre rojo (posiblemente rojo de ira), una bailando el Single Ladies de Beyonce, botones para que puedas cruzar… Y no todo el mundo entiende cómo funcionan.

La cola

¿Puede haber algo más sencillo de entender que una cola? Es cierto que en el colegio, al menos en mi época, no lo explicaran bien y que nos hayan quedado muchas dudas sobre qué hacer con la cola, cómo funciona y cómo comportarte. Tus padres tampoco te han dado una educación sobre el tema. Por lo que sea. Siempre piensan que ya tendrás tiempo para aprenderlo y claro, al final tienes que preguntar en la calle a la gente que te rodea. Incluso nos dijeron, para liarnos aún más, que te pusieras a la cola que dan “pesicola”. Y no…

Escaleras mecánicas

Hay cosas que es difícil de entender cómo funcionan. Un avión, con lo que pesa y vuela. Un barco, igual. No, no vuelan, pero son pesados y no se hunden (por regla general). Las escaleras mecánicas tampoco deben ser fáciles viendo cómo las utilizan algunos. Los que se quedan a la izquierda sin moverse, los que van a contracorriente, los que tienen mucha prisa. Los que dan vueltas a todo… Todo un mundo de posibilidades.  

Mascarillas sin libro de instrucciones

Y así pasa lo que pasa. Pudiéndote tapar la nariz y la boca, que es lo que debes tener tapado, hay gente que prefiere llevarla en el codo, en la barbilla (la famosa masbarbilla) o en el bolso. Que el bolso también tiene que estar libre de “viruses”. Tampoco nos han explicado que se puede hablar con la mascarilla puesta. Es más incómodo, pero se puede. También hay instrucciones para que no se empañen las gafas, pero yo no lo he leído porque no veo bien…

Listas de espera

No todo el mundo entiende que hay ocasiones en las que hay que guardar el turno. Para eso se crearon las listas de espera. Pero no todo el mundo entiende lo de listas y espera de la misma manera. Hay gente que espera y es muy lista. Hay gente que no espera y se pasa de lista. También hay algunos que no son muy listos, pero que tampoco esperan.

Pero como os he dicho antes. ¿Yo que voy a saber ni dar lecciones a nadie si no he encontrado un jodío botón en un año?

No os podéis hacer idea lo cansado que es pensar… Voy a tomarme un par de semanas de descanso a ver descubro más cosas. Nos leemos pronto.


Comentarios

  1. Mi tia Lore despues de fumarse un cigarrito se quita los pantalones de mezclilla corte colombiano de moda y a la camita.

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  2. Hay que tomar un curso de electricista y de pantalones de mezclilla de mujer para que no te pasen otra ves esas cosas.

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