Aquí no cabo
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Pues ya estoy de vuelta. Como os dije “previously en Un Cigarrito” he estado un par de semanas de descanso. Que tampoco ha sido tanto descanso porque la vida del viajero es cansada. He hecho como los franceses. Unos días en España para visitar museos. Pero sin museos. Y sin fiesta. Cerveza si he tomado. Dos, para ser más exactos. 2 cervezas en 10 días. Tampoco es para ingresar en una clínica de desintoxicación. Cenas de picoteo, sí que ha habido.
Como os iba contando, he estado unos días viendo a la familia. PCR para salir de Suiza, cruzar Francia y llegar a España y vuelta con otra PCR para llegar a Suiza. ¿Y esto qué tiene que ver con el título del post? Te preguntaras… y yo te contestaré.
Pues “resulta de que” he vuelto a dormir a la casa paterna por unos días. Paterna (muy buen vino) y materna (menuda leche). Las dos. Fraterna no, porque ir a dormir a casa de mi hermana ya me parecía un abuso. Mucha cama, “patanta gente”
Después de los minutos musicales, viene la explicación que os debo. El caso es que tanto en casa de mis suegros como en la de mi madre las camas son un poco pequeñas. Las suyas son grandes, pero no es cuestión de meterse en su casa y además, robarles la cama. Como la niña esta del cuento. Por muchos ricitos que tengas, y aunque sean de oro, está feo quitar camas a la gente.
Yo sería más bien el oso que se acuesta en la cama de Ricitos de oro. O en la del osito pequeño. Aunque no os lo creáis yo, aunque tenga más años que la llave de una catedral, también he sido pequeño. He aquí la prueba. Tampoco entonces tenía conocimiento, como podéis observar por la equipación de la foto.
Otra vez se me va el santo al cielo. Os estaba contando que en esas camas no cabo. A ver, caber, “cabí” pero los pieses tienen la tendencia a salirse. Sobre todo en la cama de casa de mis padres. Y mira que he dormido veces ahí. Pero debe ser que soy más alto ahora. Y más ancho….
Eso de que cualquier tiempo pasado fue mejor, no sirve para las camas. En la mía, en particular, ya hace tiempo que pasó su mejor momento. Hace mucho tiempo. Aquello sonaba más que una banda en las Fallas de Valencia. E igual de agradable.
Para más inri (la mejor marca de crucifijos de la historia) la cama en cuestión está empotrada en un mueble y limita al norte con la pared y al este y oeste con el mueble, lo que limita los movimientos. Al sur, no hay límites, pero me sentía como el barco del Canal de Suez (muy buena la tónica).
Y nada, que quería compartir con vosotros lo de la cama. Ya sé que igual no es lo que se espera cuando se habla de la experiencia en la cama, pero es lo que hay… Al menos tampoco ha sido muy largo. Ni ancho.
Es posible que haya exagerado un poco y que la cama no fuera tan estrecha, ni tan corta, ni ruidosa. También es posible que no sólo me tomara dos cervezas en diez días. Pero esa es otra historia.
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