Blog de Javier Merchán. Ríete tú de las fake news de Donald Trump. Me invento todos los contenidos, pero no espero que nadie se los crea.
Escribo sobre cosas importantes sin tomármelas en serio.
¿Habéis recibido alguna vez un mensaje de WhatsApp de alguien que no conocéis? ¿Nunca? Un chico me había conocido en una discoteca y quería volver a verme. Le había dicho que me llamaba Susan. Y ahí le tenías, buscando a Susan desesperadamente. Estuve a punto de llamarle y quedar. Pero resulta que nos habíamos visto en un garito de Houston. Claro, ahí teníamos un problema. Típico de Houston. El caso es que, como ya sabéis, yo no me llamo Susan y nunca he estado allí (eso no lo sabíais). Así que tuve que declinar la oferta. En otra ocasión me escribieron para comprarme un reloj. Que yo al mío le tengo mucho cariño, pero es que me ofrecían 10.000 francos suizos. Lástima que no tengo ningún Rolex a la venta. Otros me escriben para cambiarme de compañía. Con lo que me gusta a mí la compañía que tengo. Que no les cambio por nada del mundo. Buena gente, amigos de sus amigos y siempre están ahí. O aquí. Según el momento. Ya me entendéis. Pero esta semana, me pasó una cosa notable. He
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Perrera en la Onda
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-
Hace unos días escuchaba en la radio las experiencias de algunas personas con
sus perros durante la cuarentena. Y yo pensé, ¿Por qué no hablan con los perros
directamente para que nos cuenten cómo lo están viviendo ellos?
No me vengáis ahora con lo de que un perro no habla, que son muy buenos,
pero no son muy espabilaos. Que cómo vas a poner a un chucho al teléfono. Ya
está bien de discriminar a los perros y démosle una oportunidad para que nos
cuenten cómo se sienten estos días.
Y así lo he hecho. Me perdonaréis si no pongo los audios (no voy a hacer la
broma que se les comió la lengua el gato, o que el perro se comió los deberes).
Es únicamente que así os ahorro el trabajo de tener que traducir. He hablado
con algunos perros extranjeros y con algunos, aunque hablaban perfectamente en
castellano, la conexión de Internet no era muy buena. Aquí tenéis algunas de
las entrevistas.
- Buenos días, ¿Cuál es su nombre?
- Por favor, tutéame. Me llamo Sultán y vivo en Madrid.
- Gracias por llamar, Sultán. ¿De qué parte de Madrid
llamas? ¿Cómo estás viviendo todo esto?
- Vivo en el barrio de Salamanca con otros 8 humanos. Los padres y 5 hijos
de entre 18 y 10 años y la chica del servicio. No es que viva en el cuarto de baño,
tiene su propia habitación, pero ellos la llaman, la chica del servicio. ¡Que
me dejes en paz! ¡Guárdate la correa! ¡Que estoy hasta los cojones de salir!
- ¿Perdón?
¡Lo siento! Hablaba con Pitu, el pequeño. Son las 8 de la mañana y ya me ha
sacado Fefa y Chuchi y ahora también Pitu. Como podrá ver, el que tiene el
nombre más normal de todos, soy yo. Todo el día para arriba y para abajo. Que
si quiero mear, que ahora cague. Hasta los huevos me tienen. Me sacan dos veces
cada uno. Ahora se pegan por bajar la basura también. Las ganas que tengo de
que se vayan todos a trabajar o al colegio. Echo de menos cuando salía por las
mañanas y un ratito por la noche con la chica del servicio. Ella me dejaba
acercarme a otros perros, aunque no fueran de raza. Y en cuanto a los colores,
pues lo mismo. Si al final somos todos perros. ¡Que no salgo!
Muchas gracias por
tu testimonio Sultán. ¿Con quién tenemos el gusto de hablar?
- Prefiero guardar el anonimato. Mi dueña puede estar escuchando el
programa. Digamos que soy Acuario 2014.
- Perfecto Acuario 2014. Cuéntanos tu experiencia
- Yo soy una perra de tamaño mediano. Aunque el tamaño no importa… ¿Sabes
esos perros que caben en un bolso? Pues yo quepo en un bolso pequeño, y tan a gusto.
Y ahora, me hacen andar. ¡Andar! Cada dos horas, mi dueña, que antes no hacía
más que darme besitos ¡Puag! y llevarme en el bolso a desayunar al Corte Inglés…
uy, lo siento, que no quería hacer publicidad
- No se preocupe, siga, por favor.
- Pues eso, fíjate que me obligan a andar. Menos mal que mi dueña no es de
zancada larga y va despacito, pero que tengo que caminar. Y a veces, me cruzo
con otros perros… Que igual tienen enfermedades o algo. Horrible, esto es horrible.
No se lo deseo a nadie. No te digo más, que uno me quería oler el culo. ¿Que somos?
¿Animales?
- Muchas gracias por su tiempo, Acuario 2014. Ahora
hablamos con ¿Alemania?
- Ja, ich bin Otto
- Hola Otto. ¿Habla español?
- Un poquito. Dos cervezas, por favor, Ibiza es bien und gracias….
Es broma, hablo español perfectamente. Mis dueños pasan casi todo el año en
Mallorca.
- Pero ahora estás en Alemania. ¿verdad?
Así es. Mis dueños, que son unos acojonaos, pensaron que estaríamos mejor
en Hamburgo. ¡En Hamburgo! En Hamburgo sólo se ve el sol en las películas de
los sábados por la tarde. Ya sabes, esas en las que salen alemanes con sus
movidas. A lo que iba. Que aquí se puede salir, dicen. Que estaremos más seguros.
¿Para qué quiero salir si hace un frío que pela? Yo ya estaba afuera en el
jardín y tenía mi sitio para hacer mis cosas de San Bernardo.
- Pensaba que era usted un pastor alemán
Los malditos estereotipos. Claro, como llamo desde Alemania, tengo que ser un
pastor alemán. Y si llamara de Inglaterra, ¿Sería un Pastor Anglicano? Y seguro
que piensa que llevo un barril colgado al cuello.
- En la foto que nos ha enviado aparece con un barril
-Pero eso fue para la foto. En casa no suelo llevarlo. Aunque algún chupito
de coñac sí que me tomo a veces para aguantar el frío. Bueno, le tengo que
dejar que me sacan a pasear de nuevo. A ver si podemos volver a Mallorca pronto
y puedo ver a mi churri.
- ¿Tiene novia en España?
Una chica mexicana. De Chihuahua. Mis dueños dicen que esa relación no
tiene futuro, pero ¿Qué sabrán ellos? Nos queremos y eso es lo que importa. . Aquí
estamos los dos juntos.
- Pero…
Otra vez con los estereotipos. Ahora es cuando estará pensando que cómo… ya
sabe, que si…
-No quiero ser maleducado. Es su vida privada, pero sí,
estaba pensando en…
- No se preocupe. Lo entiendo. Yo respeto mucho a Adelita. Aún no está
preparada para dar ese paso y me dice que tenga paciencia. Y yo soy un
caballero… Además, que no me imagino si Adelita si fuera con otro.
- Muchas gracias Otto. Esperamos verle pronto en Mallorca
con Adelita. ¿Hola?
- Sí. Me llamo Marina.
- Hola Marina. ¿Qué tal?
- Pues yo estoy encantada. Soy una galga y a los de campo no nos ha cambiado
mucho la vida.
- No puedo evitar preguntárselo. Seguro que no soy el
primero en pensar que poner Marina a una galga tiene su gracia. La galga
Marina.
Las gracias de los pueblos. Uno de mis hermanos se llama Para recordar.
Ya sabe, como la película de ese que ha pillado el coronavirus. Galgo para
recordar. Mi dueño puso Carrillo a uno de sus hijos que nació sietemesino.
Decía que si le pasaba algo, no le daría tanta pena. También hay un gato que no
ve muy bien y le llamamos ce. Cegato.
- Decía que a usted no le ha cambiado nada el Coronavirus
En el pueblo salimos y entramos con total tranquilidad. Somos 4 habitantes
en Villarriba de Abajo y entre ellos se llevan a matar por tema de lindes y movidas
de humanos. A nosotros nos dejan la puerta abierta y salimos y entramos cuando
queremos.
- Perdón. Nos entra una llamada urgente. ¿Quién nos
llama?
- Mi nombre no tiene importancia. Soy un gato casero y quiero exponer un
caso que está sucediendo y del que nadie habla. Siempre tenemos que pagar el
pato. Que si somos independientes, que no somos cariñosos, que el pelo de gato
provoca alergia. Y ahora, además nos están cambiando por perros para poder
salir a la calle. ¡Por putos perros!
- Un poco de respeto, por favor.
Respeto. ¿Quién nos respeta a nosotros? Que llevamos en casa toda la
vida y como no queremos que nos pongan correa ni decimos a todo que sí, nos
cambian por perros.
- Estará usted conmigo que son algo más cariñosos que
ustedes, los gatos.
¿Usted también tomando partido? Esta es la objetividad de los medios de
comunicación. ¿Pero esto qué es? La gente también tiene hámsteres, que tampoco
es que sean los osos amorosos. Y no hacen más que comer y dar vueltas a una
rueda. ¡Hasta serpientes! ¿Qué cariño te da una serpiente? Si al menos fuera a por
el periódico o te hicieran el desayuno. Y nosotros no somos cariñosos. Lo que
somos es exigentes. No como los perros que quieren a todo el mundo. Mírame, soy
un perro, muevo la cola y me tienes que sacar a mear y a cagar. A nosotros no
hace falta que nos digan cuándo ir al baño. Sabemos cómo comportarnos.
- Visto así…
Nadie piensa en nosotros. Y además ahora con toda la gente en casa, que no
nos dejan ni movernos, ni tener intimidad. Nos quitan el sofá y se ponen a hacer
ejercicio. ¡Ejercicio! Que llevan toda la vida sin moverse y ahora que se
quedan en casa, que si ahora yoga, luego abdominales y a sudar…
- Se nos está acabando el tiempo.
- ¿Ve? Otra vez coartando nuestra libertad. Un programa para que hablen los
perros y nosotros nada. Les importamos un pepino.
- Le prometo que en próximos programas, hablaremos con
usted y contaremos con su testimonio, pero tenemos que acabar aquí
- Es igual. Ya estamos acostumbrados a que nos ignoren. ¿Sabe qué? Que nosotros
también les ignoramos, desde hace mucho más tiempo.
Ya veis que es imposible contentar a todos. Cuidaros mucho, y nos leemos la
semana que viene.
A veces, cuando me pongo a pensar sobre qué escribir en el blog, se me ocurren muchas cosas. Luego me doy cuenta de que alguien ya ha escrito sobre ello, y el cabrón o cabrona lo ha hecho mejor. Otras veces tengo una idea y cuando llevo un buen rato escribiendo, me digo “pero si de esto ya he hecho un post”. Y otras veces, directamente no pienso. Esta vez voy a escribir sobre cosas que ya se han escrito. Pero vamos a hacerlo de otra manera. Y os explico por qué. Pues “resultadeque” estaba leyendo una crítica de una película y no terminé de entender si me estaban recomendando verla, si era muy mala, o me comprara un Opel Corsa. No comprendí nada. Yo creo que los críticos de cine, como escriben a oscuras en la sala de cine, pues luego no entienden lo que han puesto y tienen que inventar, y de ahí lo de “la levedad inescrutable del personaje tiene connotaciones que nos recuerdan el sufrimiento crónico de la sociedad en un ambiente que recela de todo…” Y ahí estás tú l
Esta semana no me voy a meter con las cosas religiosas, a pesar del título (y de que a veces te ponen las cosas a huevo). Aunque los que pintan algo en la iglesia (no me refiero a la señora que hizo el garabato en Borja), se metan en las cosas de los demás, no lo voy a hacer yo. No hagas a los demás que te hagan como yo quiero al prójimo… (Creo que es algo parecido, pero es que ese día me cambié a Ética y me perdí la clase de “Reli”). Esta semana os quería hablar sobre los nombres. Pero no el nombre del padre o del hijo (de verdad que hay nombres de hijos que son para matar al padre y para que le dé un ataque al Espíritu Santo. No tenéis más que pensar en algún Kevin Costner de Jesús, “Yosuas” y Samantas). Hablaremos de los nombres comunes. Hay padres hijos de… Porque vamos a ver ¿Quién pone el nombre de las cosas? A los animales, a las flores, a las ciudades… ¿Dónde está el responsable? ¿Con quién hay que hablar para que se ponga orden? ¿Y qué es este sindiós de
¿Habéis recibido alguna vez un mensaje de WhatsApp de alguien que no conocéis? ¿Nunca? Un chico me había conocido en una discoteca y quería volver a verme. Le había dicho que me llamaba Susan. Y ahí le tenías, buscando a Susan desesperadamente. Estuve a punto de llamarle y quedar. Pero resulta que nos habíamos visto en un garito de Houston. Claro, ahí teníamos un problema. Típico de Houston. El caso es que, como ya sabéis, yo no me llamo Susan y nunca he estado allí (eso no lo sabíais). Así que tuve que declinar la oferta. En otra ocasión me escribieron para comprarme un reloj. Que yo al mío le tengo mucho cariño, pero es que me ofrecían 10.000 francos suizos. Lástima que no tengo ningún Rolex a la venta. Otros me escriben para cambiarme de compañía. Con lo que me gusta a mí la compañía que tengo. Que no les cambio por nada del mundo. Buena gente, amigos de sus amigos y siempre están ahí. O aquí. Según el momento. Ya me entendéis. Pero esta semana, me pasó una cosa notable. He
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