Blog de Javier Merchán. Ríete tú de las fake news de Donald Trump. Me invento todos los contenidos, pero no espero que nadie se los crea.
Escribo sobre cosas importantes sin tomármelas en serio.
¿Habéis recibido alguna vez un mensaje de WhatsApp de alguien que no conocéis? ¿Nunca? Un chico me había conocido en una discoteca y quería volver a verme. Le había dicho que me llamaba Susan. Y ahí le tenías, buscando a Susan desesperadamente. Estuve a punto de llamarle y quedar. Pero resulta que nos habíamos visto en un garito de Houston. Claro, ahí teníamos un problema. Típico de Houston. El caso es que, como ya sabéis, yo no me llamo Susan y nunca he estado allí (eso no lo sabíais). Así que tuve que declinar la oferta. En otra ocasión me escribieron para comprarme un reloj. Que yo al mío le tengo mucho cariño, pero es que me ofrecían 10.000 francos suizos. Lástima que no tengo ningún Rolex a la venta. Otros me escriben para cambiarme de compañía. Con lo que me gusta a mí la compañía que tengo. Que no les cambio por nada del mundo. Buena gente, amigos de sus amigos y siempre están ahí. O aquí. Según el momento. Ya me entendéis. Pero esta semana, me pasó una cosa notable. He
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En todas partes cuecen habas
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En todos los países del mundo pasan cosas parecidas. Puede que tengan al
hombre del saco, o a la chica de la curva. Lo que pasa es que está en otra
curva diferente. En unos lugares la curva es a la izquierda, en otros a la derecha.
Ya os digo yo que la chica no es de centro.
Como ya os conté en episodios anteriores del Cigarrito, lo que viene siendo
un previously, ahora vivo en Suiza.
Ya os adelanté algunas cosas sobre CH, Chuiza, o Confederación Helvética (nada
que ver con un equipo sevillano que empieza por Er y termina por Beti).
A lo que vamos. Que en Suiza también cuecen habas, pero ellos lo dicen en
otro idioma. Hierbenfaben en alemán, Hervelejudié en francés o Cucinandofagioli
en italiano. (No os pongáis exquisitos con la traducción porque ya os adelanto
que me las he inventado todas).
Podrías pensar que aquí sólo hay gente de mucho dinero, comiendo queso y
chocolate, haciendo relojes y subiendo montañas. También las bajan, que ahí arriba
hace un frío que pela. Y no sólo hacen relojes. También hay gente que tiene que
hacer el queso, y granjeros, y algunos buscan esposa.
En el post de hoy vamos a hablar de esa gente que podría estar en cualquier
país del mundo. Con su indio, idioti, indo… sus particularidades y
movidas, pero que podrías encontrar en Zúrich, Londres, Suez, también Hong
Kong, Bombay, Hawai, Tijuana y Singapur (y en menos de 80 días).
Señores enfadados
Y señoras, que también se enfadan, pero más bajito (o no). En todas partes
puedes ver gente que está peleada con el mundo. Pero no peleada de las que
luego se les pasa. No es nada personal. Es su carácter… nacieron ya empadronados,
como el chiste.
El del paso de cebra
Ahí le tienes cruzando por el paso de cebra. Despacito y retando a los
coches. Te mira como diciendo: “¿A qué no tienes cojones de atropellarme?”
Y tú, que no estás tan grillado como él, pues no le atropellas. Y cada vez más
despacio. Aquí estoy yo, y todos vosotros vais a tener que esperarme, porque
yo lo valgo. Pero a veces, hay justicia divina. Aquí tenéis un ejemplo de un
hombre “empadronado en un paso de cebra”.
Gente que lleva a un perro que no le corresponde
No es que haya un perro específico para cada persona. Luis Enrique, deja
que me explique. No digo yo que todas las señoras que llevan abrigo de piel y viven
en barrios ricos, tengan que tener un chihuahua (joder, qué nombre tan largo
para un perro tan pequeño… y lo complicado de escribir… probad a escribirlo y
ya veréis que tenéis que pensar un par de veces dónde poner las haches).
Tampoco que los culturistas deban llevar un rottweiler (que a pesar de las apariencias,
también es un perro… Me refiero a los rottweilers y chihuahuas, no a los
culturistas). Luego hay otros perros que llevan a sus dueños como es debido😊
Señoras del barrio de Salamanca
Os lo
explico porque, aunque no lo creáis, hay gente que no sabe qué es el Barrio de Salamanca.
Ni siquiera está en Salamanca. Es un barrio de Madrid en el que es más que
probable encontrarse a señoras de alto poder adquisitivo. Se las puede ver en ocasiones
con un perro pequeño en una bolsa. Al perro, que la señora no cabe en la bolsa.
O sentada en una cafetería quejándose de lo mal que está el servicio (en
general, no el servicio de la cafetería). Pues hay señoras así en todo el
mundo, lo que pasa es que no las entiendo quejarse si hablan en otros idiomas.
Gente, hombros, lluvia
En Suiza
llueve. No siempre, pero a veces. Y la gente se moja, como en el patio de mi
casa, que es particular. Pues aquí cuando llueve y no llevan paraguas la gente
encoge los hombros y así, pues, parece que no, pero se mojan igual. Y cuando
hace frío, también dicen ¡Qué frío! Y hacen Brrrrr (pero en alemán, o en francés
o incluso en italiano). Y tiritan, porque serán suizos, pero tienen su
corazoncito. Y se abrazan ellos mismos, porque también hay que quererse.
Griten
Que en
alemán quiere decir hablar alto. Pues también hay gente que habla alto. Menos
que en otros sitios, que parece que estamos en campaña electoral todo el tiempo
(en España llevamos más tiempo en campaña que sin “campañar” y por eso gritamos
tanto). Pero que también gritan, algo más bajito, pero lo hacen.
Sin vergüenzas sin
fronteras
¿Qué pensabais? ¿Que todo era
de color de rosa? En todos los países tienen música para esconder. Hay música
para exportar y música para no importar. No importar a nadie, nunca, jamás, never,
ever. Al menos los suizos no tienen tuna. Os dejo con la versión suiza de Paquito
el Chocolatero (Frazisk der Schokoladenhersteller). No hace falta que veáis el
vídeo entero.
El milisegundo
Es el
tiempo que pasa desde que el semáforo se pone verde y alguien te pita para que
salgan zumbando con el coche. Pues aquí también lo hay, y como todos tienen
relojes buenos, pues funciona mejor. El récord lo tiene un coche de policía (en
realidad, el policía que conducía el coche) que pitó antes de que el semáforo
estuviera en verde.
El del puto taladro
Es posible
que siempre sea el mismo y vaya viajando a lo largo y ancho de este mundo. En realidad,
no le ves, pero está ahí. Junto al que suelta las canicas en mitad de la noche
en el piso de arriba o el que mueve los muebles mientras camina con paso firme in
the middle of the night.
Señores con pinta de actores porno retiraos
Es posible que ésta sea una especie endémica de Zúrich, o más concretamente
del gimnasio al que me he apuntado. Son señores de unos 60 años, que visten
como si fueran a jugar en Wimbledon en la década de los 80. Con su cinta en la
cabeza, bronceados, todavía en buena forma, en ocasiones calvos y con coleta e
intentando impresionar a las jovenzuelas (tengo que decir que las jóvenes se
impresionan… Y yo también). En ocasiones también hay jóvenes que impresionan.
¿Veis como lo de las habas era verdad? En todas partes cuecen. Y para
terminar con las habas. O fabas, que están más ricas. En Suiza también puedes
comerte una fabada… Eso sí, que mejor que te la hagas tú o compres de bote (no
diré marcas hasta que no me patrocinen) porque en el Supermercado de aquí aún
no sé decir Fabada… ☹
A veces, cuando me pongo a pensar sobre qué escribir en el blog, se me ocurren muchas cosas. Luego me doy cuenta de que alguien ya ha escrito sobre ello, y el cabrón o cabrona lo ha hecho mejor. Otras veces tengo una idea y cuando llevo un buen rato escribiendo, me digo “pero si de esto ya he hecho un post”. Y otras veces, directamente no pienso. Esta vez voy a escribir sobre cosas que ya se han escrito. Pero vamos a hacerlo de otra manera. Y os explico por qué. Pues “resultadeque” estaba leyendo una crítica de una película y no terminé de entender si me estaban recomendando verla, si era muy mala, o me comprara un Opel Corsa. No comprendí nada. Yo creo que los críticos de cine, como escriben a oscuras en la sala de cine, pues luego no entienden lo que han puesto y tienen que inventar, y de ahí lo de “la levedad inescrutable del personaje tiene connotaciones que nos recuerdan el sufrimiento crónico de la sociedad en un ambiente que recela de todo…” Y ahí estás tú l
Esta semana no me voy a meter con las cosas religiosas, a pesar del título (y de que a veces te ponen las cosas a huevo). Aunque los que pintan algo en la iglesia (no me refiero a la señora que hizo el garabato en Borja), se metan en las cosas de los demás, no lo voy a hacer yo. No hagas a los demás que te hagan como yo quiero al prójimo… (Creo que es algo parecido, pero es que ese día me cambié a Ética y me perdí la clase de “Reli”). Esta semana os quería hablar sobre los nombres. Pero no el nombre del padre o del hijo (de verdad que hay nombres de hijos que son para matar al padre y para que le dé un ataque al Espíritu Santo. No tenéis más que pensar en algún Kevin Costner de Jesús, “Yosuas” y Samantas). Hablaremos de los nombres comunes. Hay padres hijos de… Porque vamos a ver ¿Quién pone el nombre de las cosas? A los animales, a las flores, a las ciudades… ¿Dónde está el responsable? ¿Con quién hay que hablar para que se ponga orden? ¿Y qué es este sindiós de
¿Habéis recibido alguna vez un mensaje de WhatsApp de alguien que no conocéis? ¿Nunca? Un chico me había conocido en una discoteca y quería volver a verme. Le había dicho que me llamaba Susan. Y ahí le tenías, buscando a Susan desesperadamente. Estuve a punto de llamarle y quedar. Pero resulta que nos habíamos visto en un garito de Houston. Claro, ahí teníamos un problema. Típico de Houston. El caso es que, como ya sabéis, yo no me llamo Susan y nunca he estado allí (eso no lo sabíais). Así que tuve que declinar la oferta. En otra ocasión me escribieron para comprarme un reloj. Que yo al mío le tengo mucho cariño, pero es que me ofrecían 10.000 francos suizos. Lástima que no tengo ningún Rolex a la venta. Otros me escriben para cambiarme de compañía. Con lo que me gusta a mí la compañía que tengo. Que no les cambio por nada del mundo. Buena gente, amigos de sus amigos y siempre están ahí. O aquí. Según el momento. Ya me entendéis. Pero esta semana, me pasó una cosa notable. He
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