Blog de Javier Merchán. Ríete tú de las fake news de Donald Trump. Me invento todos los contenidos, pero no espero que nadie se los crea.
Escribo sobre cosas importantes sin tomármelas en serio.
¿Habéis recibido alguna vez un mensaje de WhatsApp de alguien que no conocéis? ¿Nunca? Un chico me había conocido en una discoteca y quería volver a verme. Le había dicho que me llamaba Susan. Y ahí le tenías, buscando a Susan desesperadamente. Estuve a punto de llamarle y quedar. Pero resulta que nos habíamos visto en un garito de Houston. Claro, ahí teníamos un problema. Típico de Houston. El caso es que, como ya sabéis, yo no me llamo Susan y nunca he estado allí (eso no lo sabíais). Así que tuve que declinar la oferta. En otra ocasión me escribieron para comprarme un reloj. Que yo al mío le tengo mucho cariño, pero es que me ofrecían 10.000 francos suizos. Lástima que no tengo ningún Rolex a la venta. Otros me escriben para cambiarme de compañía. Con lo que me gusta a mí la compañía que tengo. Que no les cambio por nada del mundo. Buena gente, amigos de sus amigos y siempre están ahí. O aquí. Según el momento. Ya me entendéis. Pero esta semana, me pasó una cosa notable. He
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Déjame a mí que soy un manitas
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Los que me conocéis sabéis que el bricolaje no tiene misterios para mí. Ríete de McGyver y del barbas de Bricomanía. Con un cortaúñas y el palo de una piruleta te hago el túnel de la M30 y me sobran materiales para una piscina para los próximos Juegos Olímpicos de Madrid 3050, o cuando toquen.
Entre mis grandes éxitos, os podría mencionar el montaje de esa mesa de IKEA a la que sólo hay que poner las 4 patas. Soy capaz de montarla, mal, 20 veces y girar la rosca en sentido contrario otras 30 veces. A una media de 5 por pata. Estoy hablando de esta obra de arte.
Parece fácil, pero es una de las pruebas que te hacen para entrar en la NASA. Obviamente, no he entrado en la NASA… todavía.
Otra de mis gestas es el de atornillar un mueble al suelo. De ahí ya no se mueve. O poner uno de esos topes de las puertas en el lugar equivocado… Eso sí, la puerta ya no da golpe en la pared… Ni se abre, ni se cierra…
En mi defensa tengo que decir que los artistas somos así. No estamos hechos para las cosas materiales. Siempre se ha dicho que uno de los animales más inteligentes es el delfín. ¿Habéis visto a algún delfín colgando un cuadro? ¿O arreglando un enchufe?
No os voy a mentir. No estoy hecho para las cosas manuales. Que yo lo he intentado, y hasta tengo una maleta con varios destornilladores con sus diferentes terminaciones (o como se llame lo de la punta, en estrella, en plano). Pero nada, sigo sin saber para qué lado se aprieta y para qué lado se desenrosca. Que diréis que tampoco hay mucho misterio. Si no es para un lado, es para otro. Y tendréis razón, pero lo doy por imposible. Que no doy con el giro correcto.
Palabrita del niño Jesús que tengo un maletín como el de la Señorita Pepis, pero con cosas de hacer bricolaje. Que hasta tiene un metro que mide 5 metros para medir cosas que midan menos de 5 metros. Si ya miden más, hay que comprar otro metro más grande.
Y un martillo, sin estrenar, no soy de colgar cosas ni me gusta la violencia. 0 violencia, siempre smile. Me estoy pensando si utilizar el martillo después de ver al pollo del vídeo.
A lo que iba, que en la maleta también hay una llave inglesa, pero no le veo yo la ventaja de saber idiomas a una herramienta. Llaves del 12, del 13, del 14, que igual depende de la edad que tengas para usarlas.
Tanta herramienta y luego los señores de IKEA te dan un trozo de metal retorcido para que aprietes todas las clavijas. No hay maletines con palos doblados para hacer muebles. Yo ahí veo una conspiración judeomasónica… lo hacen para volvernos locos a los que no somos muy manitas.
Os podéis imaginar que el taladro es para mí como los logaritmos o las integrales. Ahí están. Sé que existen, pero no tengo ni idea de cuándo ni cómo utilizarlos. En algún momento me pondré manos a la obra… ¿O quizá soy muy mayor para volver a estudiar números?
Es posible que esté exagerando un poco y sólo me esté preparando mentalmente para una nueva mudanza. Ya os conté hace tiempo lo que suponía cambiarse de casa. Nos toca otra vez, pero para hacerlo más difícil, cambiamos de idioma… Ya os iré contando. Si veis que en las próximas semanas no pongo nada, es muy probable que haya perecido (que verbo tan bonito, yo perezco, tu pereces, él perece) en el intento.
Seguiremos informando. De momento ¿Algún voluntario para ayudarme a mover un sofá?
¿Dónde os habéis metido?
Veo que tendré que pedir ayuda en otro sitio… Ya os contaré cómo va todo.
A veces, cuando me pongo a pensar sobre qué escribir en el blog, se me ocurren muchas cosas. Luego me doy cuenta de que alguien ya ha escrito sobre ello, y el cabrón o cabrona lo ha hecho mejor. Otras veces tengo una idea y cuando llevo un buen rato escribiendo, me digo “pero si de esto ya he hecho un post”. Y otras veces, directamente no pienso. Esta vez voy a escribir sobre cosas que ya se han escrito. Pero vamos a hacerlo de otra manera. Y os explico por qué. Pues “resultadeque” estaba leyendo una crítica de una película y no terminé de entender si me estaban recomendando verla, si era muy mala, o me comprara un Opel Corsa. No comprendí nada. Yo creo que los críticos de cine, como escriben a oscuras en la sala de cine, pues luego no entienden lo que han puesto y tienen que inventar, y de ahí lo de “la levedad inescrutable del personaje tiene connotaciones que nos recuerdan el sufrimiento crónico de la sociedad en un ambiente que recela de todo…” Y ahí estás tú l
Esta semana no me voy a meter con las cosas religiosas, a pesar del título (y de que a veces te ponen las cosas a huevo). Aunque los que pintan algo en la iglesia (no me refiero a la señora que hizo el garabato en Borja), se metan en las cosas de los demás, no lo voy a hacer yo. No hagas a los demás que te hagan como yo quiero al prójimo… (Creo que es algo parecido, pero es que ese día me cambié a Ética y me perdí la clase de “Reli”). Esta semana os quería hablar sobre los nombres. Pero no el nombre del padre o del hijo (de verdad que hay nombres de hijos que son para matar al padre y para que le dé un ataque al Espíritu Santo. No tenéis más que pensar en algún Kevin Costner de Jesús, “Yosuas” y Samantas). Hablaremos de los nombres comunes. Hay padres hijos de… Porque vamos a ver ¿Quién pone el nombre de las cosas? A los animales, a las flores, a las ciudades… ¿Dónde está el responsable? ¿Con quién hay que hablar para que se ponga orden? ¿Y qué es este sindiós de
¿Habéis recibido alguna vez un mensaje de WhatsApp de alguien que no conocéis? ¿Nunca? Un chico me había conocido en una discoteca y quería volver a verme. Le había dicho que me llamaba Susan. Y ahí le tenías, buscando a Susan desesperadamente. Estuve a punto de llamarle y quedar. Pero resulta que nos habíamos visto en un garito de Houston. Claro, ahí teníamos un problema. Típico de Houston. El caso es que, como ya sabéis, yo no me llamo Susan y nunca he estado allí (eso no lo sabíais). Así que tuve que declinar la oferta. En otra ocasión me escribieron para comprarme un reloj. Que yo al mío le tengo mucho cariño, pero es que me ofrecían 10.000 francos suizos. Lástima que no tengo ningún Rolex a la venta. Otros me escriben para cambiarme de compañía. Con lo que me gusta a mí la compañía que tengo. Que no les cambio por nada del mundo. Buena gente, amigos de sus amigos y siempre están ahí. O aquí. Según el momento. Ya me entendéis. Pero esta semana, me pasó una cosa notable. He
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