Blog de Javier Merchán. Ríete tú de las fake news de Donald Trump. Me invento todos los contenidos, pero no espero que nadie se los crea.
Escribo sobre cosas importantes sin tomármelas en serio.
¿Habéis recibido alguna vez un mensaje de WhatsApp de alguien que no conocéis? ¿Nunca? Un chico me había conocido en una discoteca y quería volver a verme. Le había dicho que me llamaba Susan. Y ahí le tenías, buscando a Susan desesperadamente. Estuve a punto de llamarle y quedar. Pero resulta que nos habíamos visto en un garito de Houston. Claro, ahí teníamos un problema. Típico de Houston. El caso es que, como ya sabéis, yo no me llamo Susan y nunca he estado allí (eso no lo sabíais). Así que tuve que declinar la oferta. En otra ocasión me escribieron para comprarme un reloj. Que yo al mío le tengo mucho cariño, pero es que me ofrecían 10.000 francos suizos. Lástima que no tengo ningún Rolex a la venta. Otros me escriben para cambiarme de compañía. Con lo que me gusta a mí la compañía que tengo. Que no les cambio por nada del mundo. Buena gente, amigos de sus amigos y siempre están ahí. O aquí. Según el momento. Ya me entendéis. Pero esta semana, me pasó una cosa notable. He
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Desmontando Suecia
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Como experto que soy del país voy a dedicar este post a desmontar algunas cosas sobre Suecia. ¿No nos obligan los de Ikea a montar mesas, sillas y todo tipo de estanterías? Pues ya va siendo hora de que alguien les haga pagar por ello.
¿Os preguntaréis que en qué momento me he convertido en experto de Suecia? Tres días de vacaciones supone mucha más experiencia que la que tienen algunos tertulianos hablando de algún tema. De un día para otro saben todo sobre cualquier asunto. Yo al menos, puedo hablar desde el conocimiento.
Vale, puede que no sea un experto en Suecia pero yo a lo mío. Nadie me va a quitar la idea de contaros algunas cosas que quizá ya sabíais sobre Suecia. Como por ejemplo que no hay que no hay que confundir a los nórdicos. No todos los nórdicos son suecos, también los hay finlandeses, noruegos, daneses… Y también hay que recordar que cuando veáis que hay una sección de nórdicos en el Corte Inglés o en Ikea, no están vendiendo personas, sino “enrredones” para la cama para estar abrigaditos. Los nórdicos son difíciles de meter en la lavadora, en general, los unos y los otros. Si queréis estar calentitos o calentitas y os echáis con un sueco o una sueca en la cama, también sirve, pero mejor que le pidáis permiso antes.
¿Cómo llegar?
Si salís de, por ejemplo, España, vais hacia el norte y todo recto. Cuando veáis muchos rubios, preguntad. Podría ser que hayáis llegado a Dinamarca… o a Galicia, y todavía os queda un trecho. También puede ser que deis con un gallego que no sepa cómo llegar a Suecia. El caso es que mejor vais en avión que llegáis antes y vais a tiro hecho. Procurad que sea un vuelo que vaya a Suecia.
Los suecos y suecas
De las primeras cosas que se te vienen a la cabeza, además de Ikea, es que son hermosos y rubios como la cerveza (y como la canción). Que tienen los ojos azules (Dos. Quiero decir que tienen dos ojos por regla general, no que sólo dos suecos tengan los ojos azules) y que son altos. Pues bien, hay algunos que no son rubios, incluso he visto algunos suecos que no tienen pelo, de ningún color. Y los hay que no son altos. Todo por despistar. Lo del pelo azul del señor de la imagen es una peluca… No le confundáis con esas señoras mayores que se tiñen el pelo de azul o morado.
Historia
El nombre viene del sueco antiguo, y significa Aquí refresca (Sue) por las noches (Cia). Antes de que estuviera lleno de vikingos, había una población nómada que iba a la zona de Escandinavia los veranos porque en invierno no había quién parara de frío. Después estuvieron con sus guerras y sus enfados con los rusos, los daneses, los polacos… y debe ser que no les vino bien participar en ninguna de las guerras mundiales. Luego ya llegaron Ingmar Bergman, los premios Nobel, Pipi Langstrum y Abba, que son los cuatro mozalbetes de la foto de abajo
Me llena de orgullo y satisfacción
¿Os podéis creer que ellos también tienen reyes y reinas? En realidad sólo uno de cada… Pobres. No son como nosotros que tenemos 4 (como en la baraja). Y el rey se llama Carlos XVI Gustavo (abajo) y la reina Silvia, que es de origen alemán. Con la de suecas que había en Suecia, se casa con una con una alemana… No como nuestro rey, que vio a la que presentaba el telediario y allá que fue a por ella.
No son muy patriotas
Una cosa que pude observar durante mi investigación para el post es que allí no son demasiado patriotas. Ni una sola bandera de España en los balcones, ni en los edificios públicos. Ni dicen Viva el Rey… ¡Ni siquiera hablan español! ¿Qué se habrán creído?
Idioma
Para ser sincero sí que había gente que hablaba español. El recepcionista del hotel era hijo de sueco y española y hablaba mejor que nosotros. El sueco. El español también se le daba bien. En el metro escuchamos diferentes acentos de español, colombianos, cubanos… El caso es que en general hablan sueco, pero entre ellos. Si tú les hablas en inglés, te contestaban en inglés. No probamos en ningún otro idioma, pero es probable que si lo intentas en latín, alguno te contestaría (desconozco si lo haría en latín). El sueco, para que os hagáis una idea, es como el inglés. Pero como cuando pones el disco al revés y a más revoluciones. Sí es Ja, Nej es no, gracias es tack, tienda es butik y toaletten, ya os podéis imaginar. Chupado ¿No? (Fácilën, cómo dirían ellos). Mira a ver si entiendes esta canción de un famoso grupo sueco.
Moneda
Aquí no os voy a engañar. He tenido que ir a “internez” para ver cómo eran las monedas y los billetes. No vi ni uno en los tres días que estuve allí. Como puedes pagar con tarjeta en todas partes, ni llevamos dinero. Hay monedas de 1, 2, 5 y 10 coronas, y billetes de 20, 50, 100, 200, 500 y mil coronas. El cambio es fácil. 100 coronas son 10 euros. 100 euros sería 1000 coronas. Si fueras a comprar una corona al rey, ¿Cuántas coronas te costaría?
¿Cuánten cuesten?
En sueco antiguo es la frase que tienes que utilizar para preguntar por el precio. Aunque yo te aconsejo que no preguntes. La respuesta siempre va a ser la misma. Muy caro. Una cervecita son 7 euros. Un apartamento de cincuenta metros cuadrados en Estocolmo serían unos 400.000 euros. No te aconsejo comprar el apartamento si vas a ir una semana a conocer el país. Y todo eso que te ahorras.
Aquí no funciona nada
Cuando digo aquí me refiero a allí. En Suecia. Siempre pensamos que en un sitio como este todo funciona a la perfección. Pues bien, cuando llegamos no funcionaba el tren. Una hora para hacer un trayecto de 10 minutos. Pides un taxi por Mytaxi o Uber y nunca llegan (verdad, verdadera). Intentas comprar una entrada a un museo por Internet y se les ha caído la aplicación. El sol tampoco parece querer salir. Ahora ya sé porque venden tantas bombillas en Ikea, es la única fuente de luz durante el invierno. El sol tiene horario de funcionario, de 8 a 3. Eso sí, en verano hace horas extras y hay zonas en las que no se pone el sol…
Hasta aquí hemos llegado con el resumen resumido de Españoles por el mundo, edición Suecia. Podría contaros mil cosas más (en realidad no podría, pero es lo que se suele decir), pero mejor os dejo unas cuantas fotos del viaje.
A veces, cuando me pongo a pensar sobre qué escribir en el blog, se me ocurren muchas cosas. Luego me doy cuenta de que alguien ya ha escrito sobre ello, y el cabrón o cabrona lo ha hecho mejor. Otras veces tengo una idea y cuando llevo un buen rato escribiendo, me digo “pero si de esto ya he hecho un post”. Y otras veces, directamente no pienso. Esta vez voy a escribir sobre cosas que ya se han escrito. Pero vamos a hacerlo de otra manera. Y os explico por qué. Pues “resultadeque” estaba leyendo una crítica de una película y no terminé de entender si me estaban recomendando verla, si era muy mala, o me comprara un Opel Corsa. No comprendí nada. Yo creo que los críticos de cine, como escriben a oscuras en la sala de cine, pues luego no entienden lo que han puesto y tienen que inventar, y de ahí lo de “la levedad inescrutable del personaje tiene connotaciones que nos recuerdan el sufrimiento crónico de la sociedad en un ambiente que recela de todo…” Y ahí estás tú l
Esta semana no me voy a meter con las cosas religiosas, a pesar del título (y de que a veces te ponen las cosas a huevo). Aunque los que pintan algo en la iglesia (no me refiero a la señora que hizo el garabato en Borja), se metan en las cosas de los demás, no lo voy a hacer yo. No hagas a los demás que te hagan como yo quiero al prójimo… (Creo que es algo parecido, pero es que ese día me cambié a Ética y me perdí la clase de “Reli”). Esta semana os quería hablar sobre los nombres. Pero no el nombre del padre o del hijo (de verdad que hay nombres de hijos que son para matar al padre y para que le dé un ataque al Espíritu Santo. No tenéis más que pensar en algún Kevin Costner de Jesús, “Yosuas” y Samantas). Hablaremos de los nombres comunes. Hay padres hijos de… Porque vamos a ver ¿Quién pone el nombre de las cosas? A los animales, a las flores, a las ciudades… ¿Dónde está el responsable? ¿Con quién hay que hablar para que se ponga orden? ¿Y qué es este sindiós de
¿Habéis recibido alguna vez un mensaje de WhatsApp de alguien que no conocéis? ¿Nunca? Un chico me había conocido en una discoteca y quería volver a verme. Le había dicho que me llamaba Susan. Y ahí le tenías, buscando a Susan desesperadamente. Estuve a punto de llamarle y quedar. Pero resulta que nos habíamos visto en un garito de Houston. Claro, ahí teníamos un problema. Típico de Houston. El caso es que, como ya sabéis, yo no me llamo Susan y nunca he estado allí (eso no lo sabíais). Así que tuve que declinar la oferta. En otra ocasión me escribieron para comprarme un reloj. Que yo al mío le tengo mucho cariño, pero es que me ofrecían 10.000 francos suizos. Lástima que no tengo ningún Rolex a la venta. Otros me escriben para cambiarme de compañía. Con lo que me gusta a mí la compañía que tengo. Que no les cambio por nada del mundo. Buena gente, amigos de sus amigos y siempre están ahí. O aquí. Según el momento. Ya me entendéis. Pero esta semana, me pasó una cosa notable. He
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