El patio de mi colegio era
particular y cuando llovía se mojaba como los demás, pero no había huerto,
claro, ni limonero, ni nada (igualito que el de Machado que lo tenía a todo
confort). Sólo porterías de balonmano y fútbol sala, y fútbol, y rugby y tenis de mesa, voleyball, y todo
lo que se te ocurriera. También hay canastas de baloncesto, y un montón de
rayas. De las que se pintan en el suelo, aunque de las otras seguro que también
había, pero no nos dábamos cuenta, porque éramos muy pequeños, y el patio era
muy grande.
Ahora el patio es mucho más pequeño,
o nosotros somos más grandes… El caso es que todo esto viene porque hace unos
días, volví a ver a uno de mis amigos de la infancia.
Esas cosas típicas que pasan.
Que los que vuelves a encontrar por Facebook. ¿Qué es de tu vida? Por aquí todo
bien. A ver si quedamos. Tenemos que vernos. Claro que sí. Dame tu teléfono que
te añada al “guasap”. Ya estamos conectados. De verdad que tengo muchas ganas
de verte. A ver si coincidimos. Voy para allá. Pásate por el barrio y ya de
paso ves a más gente…
La mayoría de las veces es que no, pero esta vez fue que sí.
Y os paso a relatar las cosas que suelen pasar cuando dos amigos se vuelven a
ver.
Antes de empezar, quiero
avisar de que no todo lo que os cuento a continuación pasó en la realidad.
Algunos pasajes son inventados… porque la realidad es casi siempre mucho más
divertida que la ficción.
¿Qué me pongo?
Estoy hablando de que hayas
quedado previamente para verte. Si te encuentras a un amigo por casualidad, es
probable que también vayas vestido. A lo que vamos. Que no sabes qué ponerte. ¿Una
camisa que me tape la tripa? Ropa apretada para que se vea que estoy apuntado a
un gimnasio (y que voy y se me nota). ¿El
peluquín para que se disimule la incipiente calvicie? ¿Desenfadado para que no
se note que tengo más años que la tos? ¿Arreglado para que todos se den cuenta
de lo bien que me va? Y al final te pondrás lo de siempre (que en cada caso
será una cosa diferente… ¡Qué lío!).
¿Y aquí cabíamos todos?
Y vuelves al barrio o al
pueblo, donde quiera que tengas tus recuerdos… Pero si hace mucho que no has
vuelto al sitio de tu recreo, tus recuerdos serán distintos. Esa plaza en la
que jugabais a las chapas, mientras las chicas saltaban a la cuerda, y los
chicos mayores echaban un partido de fútbol (30 contra 29), aquella vecina del
quinto (que no estaba tan buena, pero a ti te parecía como Charlize Teron) y el
novio (siempre de otro barrio) se daban la paliza, y los alegres jovenzuelos de
los ochenta trapicheaban con… (mejor no sigo)… Ahora ya parece que sólo caben
dos bancos y un par de amigos. ¿De verdad cabíamos todos aquí?
El Bar de la Plaza
Y llegas al bar de la Plaza.
Ese donde ponían las mejores patatas bravas del mundo y que tiraban las cañas
como nadie (ahora te dan ganas de tirar las bravas). Y ya no conoces a nadie de
los que había allí. Los dueños ya no son el bigotes y su mujer (nunca supimos
el nombre y la llamábamos la mostacho… ), son dos chinos que ponen las bravas a
“Tle cualenta” euros la ración. Y llegó el encuentro.
Conocimiento
Quizá me he precipitado con la
imagen anterior. Si hace mucho que no os veis es posible que hayas perdido el
conocimiento… Que no es que te desmayes por ver a tu amigo. Me refiero que
puede ser que no le conozcas. Bien sea porque habéis cogido unos kilillos
(exactamente 100 entre los dos), o hayáis perdido pelo, o todo a la vez. Y es
cuándo te sale un hilillo de voz, y te atreves a preguntar ¿Amigo? (cámbiese la
palabra amigo por el nombre del amigo en cuestión). También se le conoce como el momento Mocedades o ¿Eres tú?
Intercambio de interjecciones de alegría
Quizá interjecciones es una
manera muy educada de expresar lo que se dicen dos amigos que hace tiempo que
no se ven. Pero como de momento no hay censura, paso a enumerar algunos
ejemplos. “¡Cagüen la puta!” ¡Qué alegría, la hostia! ¡Qué gordo estás
hijodeputa! ¡Pero si tenías más pelo que Chewbacca y mírate ahora cabronazo! ¡Tronco! ¡Tienes
la misma cara de pringao que antes!
Primeras impresiones
Es como volver a la primera
conversación que tuviste a través de Facebook o como quiera que te encontraras.
50 “Qué tales”, 30 “qué alegría verte”, y ya dependiendo, estás igual hijoputa,
o cuánto has cambiado, si te veo por la calle no te reconozco…
Al tema
Una vez que se ha pasado la
euforia del momento llegan las conversaciones más serias, trabajo, matrimonio e
hijos, por ese orden… O en otro, pero que van a salir en la conversación está
claro. Y no te puedes creer que este con el que estabas jugando y haciendo
trastadas, pueda ser un padre responsable, o estar casado con nadie. No puede
ser, pero si hace nada estábamos….
¿Y la familia?
¿Qué tal tu hermana? - Era mi hermano. –Es verdad. Julián ¿no? – Antonio. Bien está
bien. ¿Y tus hermanos? – Si yo soy hijo único. – ¿Seguro? – Creo que recordaría
tener hermanos ¿Y tus padres? - ¿Bien y los tuyos?... Aquí lo dejo porque
llegará un momento en el que tiene que haber un silencio incómodo hasta que…
¿Te acuerdas de cuándo?
Y por fin llegan los recuerdos
del patio del colegio, y de cuando hiciste esto y lo otro (que cada uno ponga
sus propios estos y los otros. No lo voy a poner yo todo). Y te vuelves a reír
como si lo estuvieras viviendo de nuevo. Dos señores hechos y derechos
descojonaos por cosas de niños. Y lo bien que sienta ¿qué?
¿Qué fue del chino? ¿Y del bola?
Si no tuviste algún amigo que
le llamaran el chino, no has tenido infancia ni nada. ¿Y qué me dices del bola,
el ojos, el negro, el rubio? (no confundir con el rubius, que ese ya tiene muchos amigos). En mi barrio los teníamos a todos, pero seguro que no todos
conocíais a un Pirin (de Pirindolo) o a los Burbujas Bros (dos hermanos que
jugaban al waterpolo y pasaban mucho tiempo en la piscina). Y así te puedes
pasar horas y horas recordando las historias de cada uno de ellos, sus
trabajos, si siguen por el barrio, si seguís el contacto... y ahí te das cuenta
que la vida se pasa volando y lo más importante, que el que era raro con 14
años, ahora es aún más raro, y más mayor.
¿Qué será del pingüino? ¿O de la avutarda?
No es que te haya dado de repente
por pensar en los animales. Eran algunos de los nombres de los profes. O del
lince, aquel profesor de matemáticas que se quedó con el mote por su agudeza
visual (20 dioptrías) y su andar ligero (tenía una pierna más corta que la
otra). Y es que éramos muy crueles con la fauna del cole, Pero también había
otros motes, como el Mortadelo, Doña Croqueta, Don Pimpón, El mitad y mitad…
Va a ser momento de recogerse
Ya has pasado por todas las fases. Es hora de ir haciendo un
resumen de las mejores jugadas, volver a recordar al resto de amigos, prometerse
que no van a pasar 30 años en volverte a ver. Que seguiréis en contacto, que
vais a tratar de avisar al chino, y al negro, al bola, bueno al bola no, que era
un “turras”, y veros de nuevo muy prontito. ¿Prometido?
Se lo dedico a todos mis amigos que me estarán escuchando.... hasta el Bola, que en el fondo era buen tío.
Esos momentos que todos recordamos tan lejanos y que nos hacen volver, volver...Los has explicado estupendamente.
ResponderEliminarPara Isabel de Blas.
ResponderEliminarAunque no nos conocemos personalmente, compartimos éstos buenos ratos, y el blog d Javi. Quiero darte las gracias por tu amabilidad, y tambien darte la enhorabuena por tu buen gusto. Un abrazo. Maruji (para las amigas)