Blog de Javier Merchán. Ríete tú de las fake news de Donald Trump. Me invento todos los contenidos, pero no espero que nadie se los crea.
Escribo sobre cosas importantes sin tomármelas en serio.
¿Habéis recibido alguna vez un mensaje de WhatsApp de alguien que no conocéis? ¿Nunca? Un chico me había conocido en una discoteca y quería volver a verme. Le había dicho que me llamaba Susan. Y ahí le tenías, buscando a Susan desesperadamente. Estuve a punto de llamarle y quedar. Pero resulta que nos habíamos visto en un garito de Houston. Claro, ahí teníamos un problema. Típico de Houston. El caso es que, como ya sabéis, yo no me llamo Susan y nunca he estado allí (eso no lo sabíais). Así que tuve que declinar la oferta. En otra ocasión me escribieron para comprarme un reloj. Que yo al mío le tengo mucho cariño, pero es que me ofrecían 10.000 francos suizos. Lástima que no tengo ningún Rolex a la venta. Otros me escriben para cambiarme de compañía. Con lo que me gusta a mí la compañía que tengo. Que no les cambio por nada del mundo. Buena gente, amigos de sus amigos y siempre están ahí. O aquí. Según el momento. Ya me entendéis. Pero esta semana, me pasó una cosa notable. He
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Las 40 no joden, pero atormentan
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¿Os habéis dado cuenta que número tan redondo? Y que sirve para un montón de cosas. Para jugar al tute, a la brisca, para tener una crisis, para que la gente de la radio ponga siempre la misma música (los 40 siempre iguales), y los ladrones, que eran 40… nada más. Si contáramos los que hay ahora, nos faltaban números.
Pero vamos al
lío. El título del post es por aquellas cosas que molestan un poco. Tampoco es
que te arruinen el día, pero que si no te pasan, miel sobre hojuelas (ni puta
idea de lo que quiere decir, pero creo que es algo bueno).
Si 10 es decena…
40 es cuarentena ¿no? Pues vamos con la cuarentena
1.Tener que levantarte temprano y no
poder coger el sueño. A eso es a lo que llaman no conciliar la vida laboral.
¿Por qué siempre hay que madrugar?
2.El ruido de las agujas del reloj…
Cuando no puedes dormir, hasta el reloj del móvil suena. Mucho, y muy fuerte.
3.Despertarte 1
minuto antes de que suene el despertador. O 5 minutos. ¿Qué haces? ¿Te vuelves a dormir? Pues ahí
estás con el ojo abierto y con más sueño que una madre primeriza.
1.
2.
3.
4.Sacar la patita de las sábanas en
invierno. No es suficientemente malo tener que despertarte, que también hay que
levantarse… y caminar.
5.Una vez levantado, que ya es
“orrible” (sin h es mucho peor), poner el pie, o los pieses en un suelo de
terrazo. De esos que mantienen la temperatura mejor que un frigorífico
nonfrost, pirolítico diésel 16 válvulas. ¡Jodó qué frío!
6.Hacerte el desayuno. A no ser que
estés durmiendo en un hotel, o que alguien esté muy enamorado de ti y te traiga
las tostadas a la cama, te toca hacerte el desayuno. Y eso no es bien.
7.Estar en la ducha y que la
temperatura del agua baje a 5 grados centrífugos (o como se mida el agua
fresquita) y pegues más gritos que Tarzán en todas sus películas
8.Salir de la ducha y olvidarte de que
pusiste la toalla en la lavadora y tener que salir en pelotas recorriendo toda
la casa y mojar el suelo
9.No encontrar la toalla y preguntar a
gritos para que te contesten que están donde siempre.
10.Mirar donde siempre y seguir sin
encontrarla.
11.Sacar la toalla de la lavadora, mojar
toda la cocina y quedarte pelao de frío.
12.Estar vistiéndote y abrocharte mal
los botones de la camisa mal y tener que empezar de nuevo.
13.Estar a punto de salir de casa.
Revisas que no te falta nada. Cartera, llaves, móvil, pantalones, zapatos y la
bolsa del gimnasio. Todo en orden y en su sitio. Pero se te olvidó mirar por la
ventana y ver que estaba lloviendo a mares. Ahora que sabemos el tiempo que
hace en la curva 17 del circuito de Indianápolis, no miramos si hace sol en la
calle.
14.No te da tiempo a volver a por un
paraguas o coger una bolsa de Carreflux para taparte la cabeza. El semáforo de
al lado de tu casa tarda en ponerse en verde, o rojo o el color que sea para
que pases más que nunca.
15.No sólo está lloviendo, también ha
refrescado. Menos mal que has hecho caso a tu madre. No, no has cogido una
Rebequita, pero tienes la chaqueta con cremallera… Pero la puta cremallera, no
sube, ni baja. Ya la arreglarás más tarde.
16.Ha parado de llover y estás a punto
de llegar a la oficina. A tiempo. Te has agachado cincuenta veces a subirte ese
calcetín comido por el zapato. Sí, sólo uno, el derecho. No me digáis que soy
el único. Y se los come a una velocidad de un campo de fútbol (es cómo se miden
las distancias) por minuto.
17.Estás en el curro. Enciendes el
ordenador y te vas a la máquina del café. No devuelve el dinero, y ahí te ves
tú empujando por 10 céntimos… Por
supuesto, nunca reconocerás que es por 10 céntimos y meterás una moneda de 2
euros para empujar con más brío.
18.No, que el café de máquina esté malo
no es parte de la cuarentena. Es cuando tiras el vaso a la papelera y no
aciertas. El baloncesto tampoco es una de tus especialidades. Y te manchas los
pantalones y los zapatos… El calcetín ha quedado a salvo por su manía de
esconderse.
19.Metes la contraseña. Te equivocas.
Pulsas la tecla de las mayúsculas… Y
vuelta a empezar. Se actualiza el sistema operativo, el antivirus, Adobe te
dice algo y no le haces ni puto caso, como siempre. Ya queda menos.
20.Primera reunión de la mañana con un
cliente. Y no te acuerdas cómo se llama… Te pasas toda la reunión intentando
recodar su nombre. Y de repente te llega a la cabeza… el nombre de otra
persona.
21.Ya es hora de comer. ¿A que se te ha
pasado rápida la mañana? Como se nota que no estás en la oficina. Te llaman
justo cuando te has puesto la chaqueta y has podido arreglar la puñetera
cremallera.
22.Ya tienes un marrón para la tarde
patrocinado por la llamada anterior. Pero es hora de comer. Y es día de paella
en tu restaurante habitual. Te encanta la paella. Llevas horas pensando en la
paella. Pues, se ha acabado. Si no hubieras cogido el teléfono habrías podido
probar la paella.
23.Pues comeremos otra cosa. El gazpacho
y calamares a la rumana. Perfecto. De
postre un yogur de macedonia (expresamente traído de allí). Total 10 euros 50.
Pagas con un billete de 20 porque la máquina del café se llevó todo el dinero
suelto… Y te devuelven 9 euros cincuenta en monedas de 50 céntimos. Nos hemos
quedado sin billetes dicen… Ya no vuelvo nunca más… hasta mañana.
24.De vuelta a la ofi. Normalmente no
sueles ir al baño a hacer aguas mayores, pero hoy, igual has cogido frío,
tienes el estómago un poco regular. Te sientas y sientes (sentar y sentir que
verbos tan parecidos. Nunca me había parado a pensarlo). Pues eso, que sientes
ese calorcito tan desagradable de la taza recién utilizada… Y no quieres pensar
por quién. Da igual, será desagradable. Culito con culito ni para las
canciones.
25.Ya has terminado el marrón. El de la
oficina. El de la llamada de antes de comer. No era para tanto, sólo te ha
llevado 4 horas. Recibes un correo para darte las gracias y que lo mirarán en
la reunión de la semana que viene. Se te ponen los ojos como los redondeles
gordos de la placa vitrocerámica (Pellegrini style)
26. Parece que te ha entrado hambre. Como tengo
monedas (parezco un sereno del ruido que hago) voy a la máquina a por algo.
Palomitas!! Te pasarás 30 minutos a vueltas con el grano de maíz (el rebelde
que se negó a explotar) entre la muela y el diente.
27.Estás a punto de salir y has decidido
ir al gym. Hoy sí, que sí. Tienes todo preparado. No es que te apetezca
demasiado pero vas. Y sacas las cosas de la bolsa y te das cuenta de que no has
metido las zapatillas de correr… No es cosa de correr en la cinta con zapatos
(que se comen los calcetines). Va a la piscina.
28.Bieeeeen. Hay una calle libre en la
piscina. Toda para ti. Extraño…. Hasta que te metes y te dice el monitor
listillo (ese de la barbita de “jister” que hay clase de adultos y que tienes
que cambiarte de calle. Como si tú no fueras adulto… Vale, se refiere a la
clase de los mayores. Los que tardan 10 minutos en hacer un largo o como
también la llaman, la clase de las medusas.
29.Se acabó la natación después de
sufrir tres patadas, dos arañazos y un cabezazo por los nadadores “rivales”. Y
es hora de ducharse…. Y se te ha olvidado la puta toalla… No es plan de secarte
con los calcetines… Te tienes que secar con la camiseta de deporte, que es bastante
resistente al agua…Al final vas a tener que utilizar el secador para secar tus
partes íntimas (prometo que lo he visto en algunos gimnasios)
30.Ya estás de camino a casa. Seco. Todo
tú. Miras el móvil. Tiene un 10 por ciento de batería. Y no has hecho nada con
él. Menos mal que llevas el cargador portátil… descargado.
31.Bueno, estás a punto de llegar a
casa. Y te pasas por el súper a comprar algo. Has hecho la lista de la compra.
Poca cosa. Algo de cena y el detergente… ¿Sabes qué? Que se te olvida comprarlo
y tendrás que bajar más tarde a por él.
32.Vas cargado como una mula y tienes
que abrir el portal… ¿En qué bolsillo tienes las llaves? Tienen que estar,
tienen que estar. Y están, pero en el bolsillo contrario de la chaqueta de la
mano en la que llevas todas las bolsas. Intentas cogerlas sin soltar las
bolsas… Algo así como
33.Colocas la compra. Cada cosa en su
lugar, la fruta en el frutero, el pan en la panera y los huevos en su sitio…
Vaya, tenía que haber un huevo roto. Campaña para que cobren 11 huevos en los
supermercados.
34.Pones a cargar el móvil y sacas las
cosas del gimnasio… ¡Cáspita! (habrá gente que lo siga diciendo), la toalla
estaba en la bolsa… Tan bién doblada que no la habías reconocido.
35.Te haces algo ligero para cenar. Cualquier
cosa. Una tortillita (si es ligero es tortillita, aunque sea de 11 huevos).
Había una lata de atún por ahí… Venga, a la sarten. Vamos a mirar la fecha de
caducidad de la lata… Será mejor que haga otra tortilla, sin atún… Y apuntar
comprar huevos… y detergente que se me ha olvidado bajar a por él.
36.Te sientas a cenar y pones la tele.
No quieres ver las noticias… Ni el Dormidero (lo de las hormigas), ni el
fútbol, ni la repetición mil quinientas de Los Vecinos que se avecinan… Y te
cabreas porque tienes más canales que Amsterdam y Venecia juntos y no hay nada
decente.
37.Vamos a mirar las redes sociales que
el móvil se habrá cargado…. Si el cargador hubiera estado enchufado…
38.Y miras el teléfono pegado al
enchufe. Y te lees Facebook de arriba abajo y Twitter y luego Facebook y ves
cosas que no habías visto antes. Y lo ordenas por más recientes y ya no sabes
ni que ves.
39. Bueno, son las 11 ya. Voy a aprovechar para
irme a la cama. Vamos a apagar la tele… Espera, no irán a poner (inserte aquí
el nombre de su película favorita) a estas horas ¿verdad? Pues sí… Y vas y te
quedas a verla. Da igual que la tengas en cinta VHS, y Beta y 2000, y en DVD, y
en el ordenador, y en la nube y en…. En la nube es donde estás tú.
40. Otra vez te acuestas a las mil… Pero no sin
jurarte que nunca más volverás a pasar hambre.. Upss, me he confundido de
película. Nunca más te acostarás tan tarde.
Al final,
tampoco ha sido un día tan largo… Si no fuera por estas pequeñas cosas que te
alegran la día, sería todo taaaaaaan aburrido ¿verdad? Pues hala, hasta mañana
que será otro día, y a lo mejor habrá otra cuarentena.
Sublime lo de la clase de las medusas ya me ha terminado de hacer soltar la carcajada, y eso que iba aún por la mitad... como las medusas.
Lo demás resume mi vida cortidiana (porque yo soy de poco nadar. Nada de nada). Te dejo encargado de escribir mis memorias, que ahora se lleva mucho eso de escribir autobiografías con 30 anyos lo más... (Qué contarán? "Me hacía pis y estaba calentito, luego cambiaba mocos con amigos en el cole, luego me salieron granos, y luego me fui de botellón hasta que pasé las manyanas en la cola del INEM". En serio da para un libro?)
Gracias por toda la cuarentena, Javier. Me he reconocido en varios números pero, sobre todo, he festejado ser una medusa, gorda pero medusa al fin y al cabo. ¡¡Ja, ja, ja!! Repito, gracias. Eres un sol... Besotes, Isabel
A veces, cuando me pongo a pensar sobre qué escribir en el blog, se me ocurren muchas cosas. Luego me doy cuenta de que alguien ya ha escrito sobre ello, y el cabrón o cabrona lo ha hecho mejor. Otras veces tengo una idea y cuando llevo un buen rato escribiendo, me digo “pero si de esto ya he hecho un post”. Y otras veces, directamente no pienso. Esta vez voy a escribir sobre cosas que ya se han escrito. Pero vamos a hacerlo de otra manera. Y os explico por qué. Pues “resultadeque” estaba leyendo una crítica de una película y no terminé de entender si me estaban recomendando verla, si era muy mala, o me comprara un Opel Corsa. No comprendí nada. Yo creo que los críticos de cine, como escriben a oscuras en la sala de cine, pues luego no entienden lo que han puesto y tienen que inventar, y de ahí lo de “la levedad inescrutable del personaje tiene connotaciones que nos recuerdan el sufrimiento crónico de la sociedad en un ambiente que recela de todo…” Y ahí estás tú l
Esta semana no me voy a meter con las cosas religiosas, a pesar del título (y de que a veces te ponen las cosas a huevo). Aunque los que pintan algo en la iglesia (no me refiero a la señora que hizo el garabato en Borja), se metan en las cosas de los demás, no lo voy a hacer yo. No hagas a los demás que te hagan como yo quiero al prójimo… (Creo que es algo parecido, pero es que ese día me cambié a Ética y me perdí la clase de “Reli”). Esta semana os quería hablar sobre los nombres. Pero no el nombre del padre o del hijo (de verdad que hay nombres de hijos que son para matar al padre y para que le dé un ataque al Espíritu Santo. No tenéis más que pensar en algún Kevin Costner de Jesús, “Yosuas” y Samantas). Hablaremos de los nombres comunes. Hay padres hijos de… Porque vamos a ver ¿Quién pone el nombre de las cosas? A los animales, a las flores, a las ciudades… ¿Dónde está el responsable? ¿Con quién hay que hablar para que se ponga orden? ¿Y qué es este sindiós de
¿Habéis recibido alguna vez un mensaje de WhatsApp de alguien que no conocéis? ¿Nunca? Un chico me había conocido en una discoteca y quería volver a verme. Le había dicho que me llamaba Susan. Y ahí le tenías, buscando a Susan desesperadamente. Estuve a punto de llamarle y quedar. Pero resulta que nos habíamos visto en un garito de Houston. Claro, ahí teníamos un problema. Típico de Houston. El caso es que, como ya sabéis, yo no me llamo Susan y nunca he estado allí (eso no lo sabíais). Así que tuve que declinar la oferta. En otra ocasión me escribieron para comprarme un reloj. Que yo al mío le tengo mucho cariño, pero es que me ofrecían 10.000 francos suizos. Lástima que no tengo ningún Rolex a la venta. Otros me escriben para cambiarme de compañía. Con lo que me gusta a mí la compañía que tengo. Que no les cambio por nada del mundo. Buena gente, amigos de sus amigos y siempre están ahí. O aquí. Según el momento. Ya me entendéis. Pero esta semana, me pasó una cosa notable. He
Sublime lo de la clase de las medusas ya me ha terminado de hacer soltar la carcajada, y eso que iba aún por la mitad... como las medusas.
ResponderEliminarLo demás resume mi vida cortidiana (porque yo soy de poco nadar. Nada de nada). Te dejo encargado de escribir mis memorias, que ahora se lleva mucho eso de escribir autobiografías con 30 anyos lo más... (Qué contarán? "Me hacía pis y estaba calentito, luego cambiaba mocos con amigos en el cole, luego me salieron granos, y luego me fui de botellón hasta que pasé las manyanas en la cola del INEM". En serio da para un libro?)
No sé si me acordaré de escribir tus memorias, pero nos pondremos a ello ;)
Eliminar¡Gracias por seguir leyendo! ¡Un abrazo Mario!
Gracias por toda la cuarentena, Javier. Me he reconocido en varios números pero, sobre todo, he festejado ser una medusa, gorda pero medusa al fin y al cabo. ¡¡Ja, ja, ja!! Repito, gracias. Eres un sol...
ResponderEliminarBesotes,
Isabel