Así fue o podría haber sido

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¿Habéis recibido alguna vez un mensaje de WhatsApp de alguien que no conocéis? ¿Nunca? Un chico me había conocido en una discoteca y quería volver a verme. Le había dicho que me llamaba Susan. Y ahí le tenías, buscando a Susan desesperadamente. Estuve a punto de llamarle y quedar. Pero resulta que nos habíamos visto en un garito de Houston. Claro, ahí teníamos un problema. Típico de Houston. El caso es que, como ya sabéis, yo no me llamo Susan y nunca he estado allí (eso no lo sabíais). Así que tuve que declinar la oferta. En otra ocasión me escribieron para comprarme un reloj. Que yo al mío le tengo mucho cariño, pero es que me ofrecían 10.000 francos suizos. Lástima que no tengo ningún Rolex a la venta. Otros me escriben para cambiarme de compañía. Con lo que me gusta a mí la compañía que tengo. Que no les cambio por nada del mundo. Buena gente, amigos de sus amigos y siempre están ahí. O aquí. Según el momento. Ya me entendéis. Pero esta semana, me pasó una cosa notable. He

Las 40 no joden, pero atormentan

¿Os habéis dado cuenta que número tan redondo? Y que sirve para un montón de cosas. Para jugar al tute, a la brisca, para tener una crisis, para que la gente de la radio ponga siempre la misma música (los 40 siempre iguales), y los ladrones, que eran 40… nada más. Si contáramos los que hay ahora, nos faltaban números.


Pero vamos al lío. El título del post es por aquellas cosas que molestan un poco. Tampoco es que te arruinen el día, pero que si no te pasan, miel sobre hojuelas (ni puta idea de lo que quiere decir, pero creo que es algo bueno).

Si 10 es decena… 40 es cuarentena ¿no? Pues vamos con la cuarentena



1.  Tener que levantarte temprano y no poder coger el sueño. A eso es a lo que llaman no conciliar la vida laboral. ¿Por qué siempre hay que madrugar?
2.  El ruido de las agujas del reloj… Cuando no puedes dormir, hasta el reloj del móvil suena. Mucho, y muy fuerte.
3.  Despertarte 1 minuto antes de que suene el despertador. O 5 minutos.  ¿Qué haces? ¿Te vuelves a dormir? Pues ahí estás con el ojo abierto y con más sueño que una madre primeriza.


4.  Sacar la patita de las sábanas en invierno. No es suficientemente malo tener que despertarte, que también hay que levantarse… y caminar.
5.  Una vez levantado, que ya es “orrible” (sin h es mucho peor), poner el pie, o los pieses en un suelo de terrazo. De esos que mantienen la temperatura mejor que un frigorífico nonfrost, pirolítico diésel 16 válvulas. ¡Jodó qué frío!
6.  Hacerte el desayuno. A no ser que estés durmiendo en un hotel, o que alguien esté muy enamorado de ti y te traiga las tostadas a la cama, te toca hacerte el desayuno. Y eso no es bien.


7.  Estar en la ducha y que la temperatura del agua baje a 5 grados centrífugos (o como se mida el agua fresquita) y pegues más gritos que Tarzán en todas sus películas
8.  Salir de la ducha y olvidarte de que pusiste la toalla en la lavadora y tener que salir en pelotas recorriendo toda la casa y mojar el suelo
9.  No encontrar la toalla y preguntar a gritos para que te contesten que están donde siempre.
10. Mirar donde siempre y seguir sin encontrarla.
11. Sacar la toalla de la lavadora, mojar toda la cocina y quedarte pelao de frío.
12. Estar vistiéndote y abrocharte mal los botones de la camisa mal y tener que empezar de nuevo.


13. Estar a punto de salir de casa. Revisas que no te falta nada. Cartera, llaves, móvil, pantalones, zapatos y la bolsa del gimnasio. Todo en orden y en su sitio. Pero se te olvidó mirar por la ventana y ver que estaba lloviendo a mares. Ahora que sabemos el tiempo que hace en la curva 17 del circuito de Indianápolis, no miramos si hace sol en la calle.
14. No te da tiempo a volver a por un paraguas o coger una bolsa de Carreflux para taparte la cabeza. El semáforo de al lado de tu casa tarda en ponerse en verde, o rojo o el color que sea para que pases más que nunca.


15. No sólo está lloviendo, también ha refrescado. Menos mal que has hecho caso a tu madre. No, no has cogido una Rebequita, pero tienes la chaqueta con cremallera… Pero la puta cremallera, no sube, ni baja. Ya la arreglarás más tarde.
16. Ha parado de llover y estás a punto de llegar a la oficina. A tiempo. Te has agachado cincuenta veces a subirte ese calcetín comido por el zapato. Sí, sólo uno, el derecho. No me digáis que soy el único. Y se los come a una velocidad de un campo de fútbol (es cómo se miden las distancias) por minuto.
17. Estás en el curro. Enciendes el ordenador y te vas a la máquina del café. No devuelve el dinero, y ahí te ves tú empujando por 10 céntimos…  Por supuesto, nunca reconocerás que es por 10 céntimos y meterás una moneda de 2 euros para empujar con más brío.
18. No, que el café de máquina esté malo no es parte de la cuarentena. Es cuando tiras el vaso a la papelera y no aciertas. El baloncesto tampoco es una de tus especialidades. Y te manchas los pantalones y los zapatos… El calcetín ha quedado a salvo por su manía de esconderse.
19. Metes la contraseña. Te equivocas. Pulsas la tecla de las mayúsculas…  Y vuelta a empezar. Se actualiza el sistema operativo, el antivirus, Adobe te dice algo y no le haces ni puto caso, como siempre. Ya queda menos.


20. Primera reunión de la mañana con un cliente. Y no te acuerdas cómo se llama… Te pasas toda la reunión intentando recodar su nombre. Y de repente te llega a la cabeza… el nombre de otra persona.
21. Ya es hora de comer. ¿A que se te ha pasado rápida la mañana? Como se nota que no estás en la oficina. Te llaman justo cuando te has puesto la chaqueta y has podido arreglar la puñetera cremallera.
22. Ya tienes un marrón para la tarde patrocinado por la llamada anterior. Pero es hora de comer. Y es día de paella en tu restaurante habitual. Te encanta la paella. Llevas horas pensando en la paella. Pues, se ha acabado. Si no hubieras cogido el teléfono habrías podido probar la paella.
23. Pues comeremos otra cosa. El gazpacho y calamares a la rumana.  Perfecto. De postre un yogur de macedonia (expresamente traído de allí). Total 10 euros 50. Pagas con un billete de 20 porque la máquina del café se llevó todo el dinero suelto… Y te devuelven 9 euros cincuenta en monedas de 50 céntimos. Nos hemos quedado sin billetes dicen… Ya no vuelvo nunca más… hasta mañana.


24. De vuelta a la ofi. Normalmente no sueles ir al baño a hacer aguas mayores, pero hoy, igual has cogido frío, tienes el estómago un poco regular. Te sientas y sientes (sentar y sentir que verbos tan parecidos. Nunca me había parado a pensarlo). Pues eso, que sientes ese calorcito tan desagradable de la taza recién utilizada… Y no quieres pensar por quién. Da igual, será desagradable. Culito con culito ni para las canciones.
25. Ya has terminado el marrón. El de la oficina. El de la llamada de antes de comer. No era para tanto, sólo te ha llevado 4 horas. Recibes un correo para darte las gracias y que lo mirarán en la reunión de la semana que viene. Se te ponen los ojos como los redondeles gordos de la placa vitrocerámica (Pellegrini style)


26.  Parece que te ha entrado hambre. Como tengo monedas (parezco un sereno del ruido que hago) voy a la máquina a por algo. Palomitas!! Te pasarás 30 minutos a vueltas con el grano de maíz (el rebelde que se negó a explotar) entre la muela y el diente.
27. Estás a punto de salir y has decidido ir al gym. Hoy sí, que sí. Tienes todo preparado. No es que te apetezca demasiado pero vas. Y sacas las cosas de la bolsa y te das cuenta de que no has metido las zapatillas de correr… No es cosa de correr en la cinta con zapatos (que se comen los calcetines). Va a la piscina.
28. Bieeeeen. Hay una calle libre en la piscina. Toda para ti. Extraño…. Hasta que te metes y te dice el monitor listillo (ese de la barbita de “jister” que hay clase de adultos y que tienes que cambiarte de calle. Como si tú no fueras adulto… Vale, se refiere a la clase de los mayores. Los que tardan 10 minutos en hacer un largo o como también la llaman, la clase de las medusas.
29. Se acabó la natación después de sufrir tres patadas, dos arañazos y un cabezazo por los nadadores “rivales”. Y es hora de ducharse…. Y se te ha olvidado la puta toalla… No es plan de secarte con los calcetines… Te tienes que secar con la camiseta de deporte, que es bastante resistente al agua…Al final vas a tener que utilizar el secador para secar tus partes íntimas (prometo que lo he visto en algunos gimnasios)

30. Ya estás de camino a casa. Seco. Todo tú. Miras el móvil. Tiene un 10 por ciento de batería. Y no has hecho nada con él. Menos mal que llevas el cargador portátil… descargado.
31. Bueno, estás a punto de llegar a casa. Y te pasas por el súper a comprar algo. Has hecho la lista de la compra. Poca cosa. Algo de cena y el detergente… ¿Sabes qué? Que se te olvida comprarlo y tendrás que bajar más tarde a por él.
32. Vas cargado como una mula y tienes que abrir el portal… ¿En qué bolsillo tienes las llaves? Tienen que estar, tienen que estar. Y están, pero en el bolsillo contrario de la chaqueta de la mano en la que llevas todas las bolsas. Intentas cogerlas sin soltar las bolsas… Algo así como

33. Colocas la compra. Cada cosa en su lugar, la fruta en el frutero, el pan en la panera y los huevos en su sitio… Vaya, tenía que haber un huevo roto. Campaña para que cobren 11 huevos en los supermercados.
34. Pones a cargar el móvil y sacas las cosas del gimnasio… ¡Cáspita! (habrá gente que lo siga diciendo), la toalla estaba en la bolsa… Tan bién doblada que no la habías reconocido.
35. Te haces algo ligero para cenar. Cualquier cosa. Una tortillita (si es ligero es tortillita, aunque sea de 11 huevos). Había una lata de atún por ahí… Venga, a la sarten. Vamos a mirar la fecha de caducidad de la lata… Será mejor que haga otra tortilla, sin atún… Y apuntar comprar huevos… y detergente que se me ha olvidado bajar a por él.
36. Te sientas a cenar y pones la tele. No quieres ver las noticias… Ni el Dormidero (lo de las hormigas), ni el fútbol, ni la repetición mil quinientas de Los Vecinos que se avecinan… Y te cabreas porque tienes más canales que Amsterdam y Venecia juntos y no hay nada decente.
37. Vamos a mirar las redes sociales que el móvil se habrá cargado…. Si el cargador hubiera estado enchufado…


38. Y miras el teléfono pegado al enchufe. Y te lees Facebook de arriba abajo y Twitter y luego Facebook y ves cosas que no habías visto antes. Y lo ordenas por más recientes y ya no sabes ni que ves.
39.  Bueno, son las 11 ya. Voy a aprovechar para irme a la cama. Vamos a apagar la tele… Espera, no irán a poner (inserte aquí el nombre de su película favorita) a estas horas ¿verdad? Pues sí… Y vas y te quedas a verla. Da igual que la tengas en cinta VHS, y Beta y 2000, y en DVD, y en el ordenador, y en la nube y en…. En la nube es donde estás tú.
40.  Otra vez te acuestas a las mil… Pero no sin jurarte que nunca más volverás a pasar hambre.. Upss, me he confundido de película. Nunca más te acostarás tan tarde.



Al final, tampoco ha sido un día tan largo… Si no fuera por estas pequeñas cosas que te alegran la día, sería todo taaaaaaan aburrido ¿verdad? Pues hala, hasta mañana que será otro día, y a lo mejor habrá otra cuarentena. 

Comentarios

  1. Sublime lo de la clase de las medusas ya me ha terminado de hacer soltar la carcajada, y eso que iba aún por la mitad... como las medusas.

    Lo demás resume mi vida cortidiana (porque yo soy de poco nadar. Nada de nada). Te dejo encargado de escribir mis memorias, que ahora se lleva mucho eso de escribir autobiografías con 30 anyos lo más... (Qué contarán? "Me hacía pis y estaba calentito, luego cambiaba mocos con amigos en el cole, luego me salieron granos, y luego me fui de botellón hasta que pasé las manyanas en la cola del INEM". En serio da para un libro?)

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    1. No sé si me acordaré de escribir tus memorias, pero nos pondremos a ello ;)

      ¡Gracias por seguir leyendo! ¡Un abrazo Mario!

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  2. Gracias por toda la cuarentena, Javier. Me he reconocido en varios números pero, sobre todo, he festejado ser una medusa, gorda pero medusa al fin y al cabo. ¡¡Ja, ja, ja!! Repito, gracias. Eres un sol...
    Besotes,
    Isabel

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