Así fue o podría haber sido

Imagen
¿Habéis recibido alguna vez un mensaje de WhatsApp de alguien que no conocéis? ¿Nunca? Un chico me había conocido en una discoteca y quería volver a verme. Le había dicho que me llamaba Susan. Y ahí le tenías, buscando a Susan desesperadamente. Estuve a punto de llamarle y quedar. Pero resulta que nos habíamos visto en un garito de Houston. Claro, ahí teníamos un problema. Típico de Houston. El caso es que, como ya sabéis, yo no me llamo Susan y nunca he estado allí (eso no lo sabíais). Así que tuve que declinar la oferta. En otra ocasión me escribieron para comprarme un reloj. Que yo al mío le tengo mucho cariño, pero es que me ofrecían 10.000 francos suizos. Lástima que no tengo ningún Rolex a la venta. Otros me escriben para cambiarme de compañía. Con lo que me gusta a mí la compañía que tengo. Que no les cambio por nada del mundo. Buena gente, amigos de sus amigos y siempre están ahí. O aquí. Según el momento. Ya me entendéis. Pero esta semana, me pasó una cosa notable. He

10 cosas que pasan en la peluquería… aunque seguro que pasan muchas más

Cuando se dice que alguien peina canas, pensamos en alguien de cierta edad y con experiencia. Y no tiene por qué tener el pelo canoso. Incluso es muy probable que no se peine. Y los hay que de verdad peinan canas todos los días y no les prestamos la atención que se merecen. Somos muy injustos con los peluqueros. (Hay gente que la expresión de peinar canas no la tiene muy clara)



Quiero lanzar una lanza… quiero lanzar un…. quiero romper un… Coño que no me sale… Lo que quiero es reivindicar el trabajo de los peluqueros. De todos. Incluso del peluquero de Donald Trump (el señor que se deja las cejas muy largas y se las peina para atrás), o el de José Oneto (también podía arreglarse un poco las cejas… lo del pelo no tiene arreglo).




¿Y por qué voy a hablar de los peluqueros? Pues podría decirte que porque tengo amigos que son muy buenos peluqueros, y muy buenos amigos, porque el blog es mío, y porque hace poco que fui a que me peinaran las canas y me las dejaran un poco más cortas (ya parecía un cruce entre el hermano feo de George Clooney y el 6º hermano de los Jackson Five). De momento no me veo usando el Grecian 2000 y que se me quede el pelo color amarillo pollo de Simago.


Nombre

Pues cada uno  tiene uno diferente, pero mi peluquero (sí, todos tenemos un peluquero, y es nuestro y nada más que tuyo, no lo quieres compartir con nadie) se llama Eugenio. Hay gente que les llama (en general, no sólo a Eugenio) estilista (dependiendo de la cantidad de verdura que le pongas a tu gin tonic y los partidos de padel que juegues), otros peluquero, y ya, los menos (porque tienen más de 100 años), barberos. Y si hablas portugués (que les gustan las palabras sonoras a estos señores), le llamarás cabeleireiro.


Cuándo

Yo suelo ir cada 2-3 meses, que coincide un mes después de que mi madre me diga: “hay que cortarse ese pelo” y un mes antes de que mi novia tenga tiempo a decir: “ahora sí que te queda bien el pelo, con esos rizos”. Pero si no podéis esperar a conocer a mi madre o a mi novia, id a la peluquería cuando queráis, o cuando tengáis un rato (la cantidad de rato dependerá de dónde vivas, de tu peluquero y la cantidad de pelo que tengas), o si tenéis una boda o algún sarao que tengáis que ir “apañaos”.

Esta chica no ha encontrado un rato para acercarse a la pelu todavía.

Usted dirá

Y ahí es cuando le dices al peluquero cómo quieres que te corte el pelo. Le podrías decir también que quieres erradicar la pobreza o conseguir la paz mundial, pero seguramente le dé igual y no te pueda ayudar. Y te ponen ese delantal negro que parece la capa del zorro del revés y te sientas en la silla que da vueltas (como si el peluquero no se pudiera mover).



Lavar

Yo que soy muy limpio, ya voy a la pelu con la cabeza lavada. Pero a veces no se fían y creen que les quiero engañar cuando digo que he usado un champú neutro a las finas hierbas para cabello semiseco o espumoso cabernet sauvignon el atleti es campeón (igual la marca me la he inventado, pero estoy abierto a publicidad si me pagan por anunciar algo). Y te ponen como si te fuera a cortar la cabeza pero “dao” la vuelta y te hacen un masaje capilar (lo que viene siendo en la parte de la cabeza).


¿Y marcar?

Siempre me ha hecho gracia lo de marcar. Me imagino al peluquero detrás de ti como si fuera un defensa central. Y resulta que es cortarte muy poco para que no se note que te lo han cortado. Que igual podrías hacer como que le pagas, pero no le pagas…. Esto no les va a hacer tanta gracia a los peluqueros.



Momento Eduardo Manostijeras

Desde el momento que agarran las tijeras, el peluquero o peluquera no puede evitar empezar a hacer movimientos con ellas; y la velocidad con que las mueven, al menos a mí, me acojona un poco. Siempre tienes la sensación de que vas a salir con una oreja menos. Que no es que tengamos 20 o 30, que solo hay dos y nos hace falta para el sistema estéreo sensurround dolby con el que venimos de serie.


La charla

Ya parece que no temes tanto por tus pabellones auditivos, pero aun así no te fías y no quieres distraer al profesional de sus labores… Pero tarde o temprano, cuanta más confianza con tu peluquero será más temprano (como a las 5 de la madrugada... ¡Sorry por la estupidez!) uno de los dos comienza a hablar y los temas ya dependen. Si quieres ser tú el que empiece a hablar te recomiendo que no hables de política, fútbol o religión. Recuerda que tiene un arma, y que sabe cómo utilizarla… o no :-)


Vamos acabando

Os habréis dado cuenta de que me estoy centrando en un corte masculino. Podía también contaros algo de la peluquería femenina, pero ahí no estoy tan puesto y se me escapa el funcionamiento de los secadores (los de pistola y los de escafandra que creo que era para tener a las señoras incomunicadas un rato) y los tintes, y mechas y esas cosas que se ponen los futbolistas y los de Mujeres y Hombres y Bíceps y Berzas. También podría hablar de la extinción de los linces, pero ese es otro tema. Pues eso, que llega el momento de cuando te peinan y te sientes otra vez como si tuvieras 6 años y ves a tu madre acercarse peligrosamente antes de que puedas salir a la calle.


¿Qué se debe?

Premio para el primero que diga: “se debe pagar”. Y es que hay cosas que no cambiarán nunca. Y si ya lo rematas con un jaarrl, estilo Chiquito, vas a ser el más gracioso de la fiesta (no hace falta que me invitéis a esa fiesta, por favor). ¿Un poco más? ¿Y por detrás? (no os asustéis, no os está haciendo ninguna proposición… o sí, pero este es otro tema). Es cuando te pone un espejo en la espalda para que te veas como te ha dejado la nuca.


No ha sido para tanto

Se acabó. Ya te vas a casa a peinarte porque no te gusta cómo te ha peinado el señor peluquero. Y por lo menos ahora ya no tenemos que ir a clase y soportar las collejas de los compis. “El que se pela se estrena”.  En eso hemos salido ganando. Ahora sólo tienes que aguantar a que te digan en casa, “te han cortado demasiado, estabas mejor antes”. Lo bueno es que el pelo con el tiempo crece, o eso espero…


Lo que dan de sí 15 minutos de peluquería, ¿verdad? Pues hala, salid a dar una vuelta, o a cortaros el pelo, o tomar el sol y dejad el ordenador o el teléfono o la Tablet que estáis todo el día con el “internez”. Que os de el aire un poquito ya.



Comentarios

  1. La verdad que me parece el sumum de la finura utilizar el champú a las finas hierbas, así estás de guapo.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

¡Gracias por leer el blog y dejarme un comentario!

Entradas populares de este blog

10 ejemplos de críticas de cine si no las escribiera un crítico de cine.

En el nombre del Padre…

Así fue o podría haber sido