Blog de Javier Merchán. Ríete tú de las fake news de Donald Trump. Me invento todos los contenidos, pero no espero que nadie se los crea.
Escribo sobre cosas importantes sin tomármelas en serio.
¿Habéis recibido alguna vez un mensaje de WhatsApp de alguien que no conocéis? ¿Nunca? Un chico me había conocido en una discoteca y quería volver a verme. Le había dicho que me llamaba Susan. Y ahí le tenías, buscando a Susan desesperadamente. Estuve a punto de llamarle y quedar. Pero resulta que nos habíamos visto en un garito de Houston. Claro, ahí teníamos un problema. Típico de Houston. El caso es que, como ya sabéis, yo no me llamo Susan y nunca he estado allí (eso no lo sabíais). Así que tuve que declinar la oferta. En otra ocasión me escribieron para comprarme un reloj. Que yo al mío le tengo mucho cariño, pero es que me ofrecían 10.000 francos suizos. Lástima que no tengo ningún Rolex a la venta. Otros me escriben para cambiarme de compañía. Con lo que me gusta a mí la compañía que tengo. Que no les cambio por nada del mundo. Buena gente, amigos de sus amigos y siempre están ahí. O aquí. Según el momento. Ya me entendéis. Pero esta semana, me pasó una cosa notable. He
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10 cosas que nos cuentan, o no, en los cuentos
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Esta vez es literal. Os voy a contar
cosas que nos cuentan en los cuentos. Los de verdad. Los que nos leían de
pequeños y en los que se basa el señor Sidney… (¿o es Disney?) para hacer
películas. Y es que hay algunos temas que no me cuadran.
Hay cosas muy sospechosas en los
cuentos. Como ver a un chino paseando a un perro o a un político viajando a
Suiza. Vamos con las cosas que nos cuentan en los cuentos.
Cuándo
Que los cuentos siempre son en un
lugar muy muy lejano, en un reino junto al mar, en otro mundo, en los tiempos
de Maricastaña, antaño… Pero no concretan. Érase una vez….(pero ¡qué vez!
¿cuándo). Y es que creo que esto es una estratagema (¡Qué bonita palabra!) para
escribir sobre cosas que no son ciertas. ¡Que se lo inventan vamos!
Dónde
¿Y por qué siempre pasan cosas en los
bosques? Con la de cosas que pasan en las ciudades y ni un cuento allí. Siempre
en un pequeño pueblo, o en una urbanización de la sierra. Y en sitios en los
que no hay ni un Carrefour, ni un Mercadona… ni un triste establecimiento
regentado por asiáticos. No hay chinos en los cuentos… ¿Por qué se llaman cuentos
chinos?
Hablan
hasta debajo del agua
Todo el mundo habla
en los cuentos. Que sale un lobo, habla, un cerdito, también, tres cerditos,
también (pero ese es otro cuento). Y da igual que sea un oso y un mono, hablan
entre ellos. ¡Y se entienden! O sea que los bichos hablan todos el mismo idioma.
A mí me da que hay truco. Con lo difícil que es entender a algunas personas y
en los cuentos no hay problema.
Y
todos mezclados
En los bosques hay
lobos, tigres, y toda clase de monos, boas, un oso pardo, buitres. Y todos en
el mismo sitio. Tigres, leones, todos quieren ser los campeones, y un oso
polar… ¡Como en Lost!
Muy
limpitos me parecen
Limpio mi casita, laralalarita. ¡Que
es una rata! ¿¿Barriendo?? Y Blancanieves tiene que arreglar la casa de los
enanitos. Y Cenicienta todo el día con el trapo. Y no sé yo si eran ya mayores
de edad. Explotación infantil.
Cantando
a trabajar
Que serán dibujos y
esto es ficción, pero ¿Quién se puede creer que 7 señores bajitos vayan
cantando a trabajar? Hasta el gruñón cantaba. Que si fueran a Caja Madrid a un
consejo de administración una vez al mes y llevarse un pastón y tarjetas con
premio, bueno, pero es que iban a la mina a picar. ¡Como el abuelo de Victor
Manuel! Calla, que ahora que vuelvo a ver el vídeo, era al salir del trabajo…
Ya decía yo que no podía ser.
Anda,
tira para el bosque
Qué afición tienen al
bosque en los cuentos. No pueden hacerlo en una ciudad, o en una urbanización o
en un sitio con semáforos y civilización. No, todo en el bosque con lobos, y
lleno de árboles… Y qué madre deja a su hija ir sola por el bosque con una
cestita. Y encima vestida de rojo, para que se la vea bien y el lobo la pille
en un momento. También podríamos hablar de la miopía de Caperucita. ¿Tan fea y
peluda era la abuela que tienes que preguntar tantas veces lo de las orejas tan
grandes, y los ojos y la boca?
Fuera
de la ley
Gente muy mala a la
que no meten en la cárcel ni nada. Me suena que esas cosas pasan en algunos
países. Madrastras malérrimas, lobos que se comen niñas y abuelas… Los tres
cerditos por poner un ejemplo. Se hacen una casa cada uno. Y ni piden permiso al
Ayuntamiento, ni pagan el IBI, ni les hace un proyecto un arquitecto ni nada… Así
les va, que luego un lobo sopla un poco y a tomar por saco la casa… Seguro que pagaron
en negro y ni IVA ni nada. Y ¿de dónde sacan dinero unos cerditos para pagar
los materiales?
Los
príncipes
Su única preocupación
es buscar a alguien para casarse. Ni prepararse para reinar ni nada. Su
obsesión es encontrar a una joven. Como Marujita Díaz, pero en príncipe. Hasta
llegan a organizar bailes. Es como Mira quién Baila pero con otro tipo de
cuentistas. Y dicen que son príncipes azules. Que mira que es un color feo para
una persona.
Todos
son guapos… o casi
No hay término medio
en los cuentos. O muy guapos y apuestos y bellísimas o más feos que Modric
estornudando. Cuanto más malos, más feos. Madrastras y brujas, jorobados,
bestias… Pero algunos tienen buen corazón y las bellas se casan con los buenos…
¿Ahora entendéis por qué lo llaman cuento?
Os podría contar muchas más cosas que me parecen increíbles, pero es lo que tienen los cuentos, que cada uno se hace el suyo propio… y a veces, nos los creemos.
A veces, cuando me pongo a pensar sobre qué escribir en el blog, se me ocurren muchas cosas. Luego me doy cuenta de que alguien ya ha escrito sobre ello, y el cabrón o cabrona lo ha hecho mejor. Otras veces tengo una idea y cuando llevo un buen rato escribiendo, me digo “pero si de esto ya he hecho un post”. Y otras veces, directamente no pienso. Esta vez voy a escribir sobre cosas que ya se han escrito. Pero vamos a hacerlo de otra manera. Y os explico por qué. Pues “resultadeque” estaba leyendo una crítica de una película y no terminé de entender si me estaban recomendando verla, si era muy mala, o me comprara un Opel Corsa. No comprendí nada. Yo creo que los críticos de cine, como escriben a oscuras en la sala de cine, pues luego no entienden lo que han puesto y tienen que inventar, y de ahí lo de “la levedad inescrutable del personaje tiene connotaciones que nos recuerdan el sufrimiento crónico de la sociedad en un ambiente que recela de todo…” Y ahí estás tú l
Esta semana no me voy a meter con las cosas religiosas, a pesar del título (y de que a veces te ponen las cosas a huevo). Aunque los que pintan algo en la iglesia (no me refiero a la señora que hizo el garabato en Borja), se metan en las cosas de los demás, no lo voy a hacer yo. No hagas a los demás que te hagan como yo quiero al prójimo… (Creo que es algo parecido, pero es que ese día me cambié a Ética y me perdí la clase de “Reli”). Esta semana os quería hablar sobre los nombres. Pero no el nombre del padre o del hijo (de verdad que hay nombres de hijos que son para matar al padre y para que le dé un ataque al Espíritu Santo. No tenéis más que pensar en algún Kevin Costner de Jesús, “Yosuas” y Samantas). Hablaremos de los nombres comunes. Hay padres hijos de… Porque vamos a ver ¿Quién pone el nombre de las cosas? A los animales, a las flores, a las ciudades… ¿Dónde está el responsable? ¿Con quién hay que hablar para que se ponga orden? ¿Y qué es este sindiós de
¿Habéis recibido alguna vez un mensaje de WhatsApp de alguien que no conocéis? ¿Nunca? Un chico me había conocido en una discoteca y quería volver a verme. Le había dicho que me llamaba Susan. Y ahí le tenías, buscando a Susan desesperadamente. Estuve a punto de llamarle y quedar. Pero resulta que nos habíamos visto en un garito de Houston. Claro, ahí teníamos un problema. Típico de Houston. El caso es que, como ya sabéis, yo no me llamo Susan y nunca he estado allí (eso no lo sabíais). Así que tuve que declinar la oferta. En otra ocasión me escribieron para comprarme un reloj. Que yo al mío le tengo mucho cariño, pero es que me ofrecían 10.000 francos suizos. Lástima que no tengo ningún Rolex a la venta. Otros me escriben para cambiarme de compañía. Con lo que me gusta a mí la compañía que tengo. Que no les cambio por nada del mundo. Buena gente, amigos de sus amigos y siempre están ahí. O aquí. Según el momento. Ya me entendéis. Pero esta semana, me pasó una cosa notable. He
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