No, no voy a hablar
de las fotos en las que sale gente sin pelo y luego como un cantante yeyé. O
con tripa y sin tripa.
Os voy a contar
algunas cosas sobre las fotos. Cómo eran antes y cómo son ahora. Cómo las hacíamos
y cómo las hacemos.
No es que haya
demasiada diferencia, básicamente se hacen igual. Miras y aprietas un botón.
Pero ahora no sólo las hacemos con una cámara de fotos, también utilizamos un
teléfono, o una Tablet, o un ordenador… o un reloj. En breve, las escobas harán
fotografías también, mejor que algunos. Y la nevera, y las cámaras de fotos de
juguete.
Vamos al lío.
Cámara
y acción
Antes había las
cámaras buenas, que eran las que tenían los cuñados (que siempre eran las
mejores) o profesionales (no quiero decir que los cuñados sean profesionales...
bueno algunos cuñados sí que son profesionales), y el resto. Ahora hasta el
teléfono móvil que sólo tiene botones para llamar, mensajes y cámara hace
buenas fotos. Y tienen 2000 voltios de resolución y no se mueven, ni traspasan,
y con un montón de colores.
El
camarón
¡Qué cámara tan
buena! ¡Seguro que hace unas fotos cojonudas! El mismo razonamiento que: “¡Vaya
máquina de escribir! ¡Tiene que escribir unos libros maravillosos! Y con los
teléfonos pasa lo mismo, o con las tabletas. Por tener una cámara con 200
maxisingles por minutos, no se hacen buenas fotos. Lo que importa es el señor o
señora que le da al botón.
¿Ya
está?
Sí señor. Las haces y
las ves. Incluso puedes ver cómo va a quedar antes de hacerla. Antes tenías que
acabar el carrete, llevárselas a un señor o señora para que te las revelara y
ver cómo habían quedado. Si el señor o señora era muy rápido, las podían
revelar al instante (que tardaba entre 1 hora y un día). Como para pedirle que
te hiciera un café instantáneo.
¿Has
dicho carrete?
Así es. Eran unas
cosas que se metían en la cámara para que se guardaran las fotos. Como la memoria,
pero enrollado (no voy a hacer chistes con memorias guays). Pero tenían muy
poca memoria. Como mucho 36 fotos. Y te ibas de vacaciones 3 meses a recorrer
mundo y volvías con 5 carretes y la gente te decía que menudo cansino estabas
hecho. Que si no tenías otra cosa que hacer. Ahora en un fin de semana sin
salir de casa, haces 200 fotos y se las enseñas a todo pichichi.
¿Repetimos?
Ahora ves las fotos ipso facto (que quiere decir rait nau, o nada más
hacerlas). Y antes. ¿Habré salido bien en la foto con mi Paco en el altar? No
había opción de cambiar a Paco por otro. Ahora si no te gusta la foto, paras la boda, y
le dices al cura que te suelte otra hostia. Y el cura, seguro que te la da. Así
son de solícitos los curas. Y si no te gusta cómo sale algún familiar, pues le
borras con el Photoshop y santas pascuas plin. Así se arreglan los problemas.
¿Álbum?
El único álbum es el
de los cromos. Si te queda alguno, seguro que está lleno de fotos de gente muy
antigua. O tú, pero cuando eras antiguo. Ahora todas las fotos están en la
nube. Como tu primo el bobo que está en Babia, pues, las fotos igual. O en
Facebook o Instagram, o vaya usted a saber dónde cojones se guardan.
Menudo
artista
Hay gente que hace la
foto de un alambre y le queda bien. Da igual que el alambre esté retorcido y
que no haya más que el jodío alambre. Otros hacen una foto del lugar más bonito
del mundo o de una modelo, y te dan ganas de coger el alambre y…. Sujetadme
que… Es como Pitingo escogiendo una canción. Y es que para todo hay que tener
arte. Hasta para apretar un botón. Hay que saber a qué, cuándo y cómo
apretarlo. Diréis que no tiene mucho misterio… pero lo tiene. Y mucho.
Filtrando
Hay gente que podía
filtrar las fotos que hace. No es que le ponga filtros, sino elegir un poco.
Que hacemos fotos a todo. A la
comida, a la habitación del hotel, al camarero, al baño, a lo que haces en el
baño (a todo lo que haces en el baño) y estamos tan contentos. Y aquí está la
azafata que me dijo que no podía subir con la maleta en el avión. Y aquí el
avión, y unos amigos de Murcia…
Fistros
pecadores
Antes el único filtro
era el que te ponías tú. O tu padre o tu madre. Piensa en si le gustaría a tu
padre o tu madre ver la foto que vas a publicar. ¿Crees que no? Pues ahí tienes
el mejor filtro. Ahora el filtro te lo da el señor Instagram, o el señor Google,
y el “fotosó”. Y lo pinto de verde, y ahora le pongo un brillo, y “calurosidad”
y un poquito de… Mira lo que pasaba a Van Gogh por liarse con los filtros en
sus fotos… (¿o no eran fotos?).
Los
autorretratos
Hablando de Van Gogh,
a algunos que se hacen fotos, era para cortarles las orejas. Lo del rabo ya me
parece excesivo. Hay que parar lo de los selfies. Y no me digas que tú no te
has hecho alguno. O te lo han hecho. Que si te lo han hecho ya no es un selfie,
pero ya sabéis de lo que hablo. Aquí no vale decir que es cosa de mi hermano,
de mis amigos que me obligaron. Si no quieres no sales. Y es que hay más gente
posando en el baño que fotos de boda y comunión. Y tenemos que poner esa cara
de sopla. O enseñar musculitos. Y hay selfies que no deberían publicarse.
Un
palo a los de los selfies
Yo les daba un palo a
los que se hacen selfies. Literal. Y luego otro, y otro, hasta que dejen de
hacérselos. Pero, espera, que a lo mejor hay gente que no sabe lo que es un
selfie. Es lo que venía siendo el autorretrato de toda la vida. Es poner la
cámara a la altura del hocico, estirar un poco el brazo, poner cara de pato,
apretar el botón, mirar cómo ha salido y volver a repetir hasta que salga bien…
Y es muy probable que nunca salga bien.
Con
lo bonito que es un retrato
Yo no estoy en contra
de los selfies… O sí, pero da igual. Con lo que costaba revelar una foto, no
era cuestión de hacer experimentos y que sólo saliera una oreja (sonriendo eso
sí, pero una oreja), o te pegabas un flashazo en el careto facial que te
quedabas ciego durante 15 minutos. Y no ponías cara de pato a la naranja porque te metía tu padre una
hostia que te quitaba el pico en un santiamén (qué bonita palabra). Por eso, le pedías a
un amable
señor que si te hacía una foto… Y conocías gente, y el
señor te daba charleta. Ahora, todo lo hacemos solos… y con nuestros 200 amigos
todos juntos en la foto. Y no ponías cara de pato.
Fotos
y bebés
Yo no sé vosotros,
pero de pequeñitos todos teníamos la típica foto cayéndosete la baba y en una
bañera en pelotas, otra con los pañales puestos, otra
gateando y la de la comunión. Ahora los pobres niños y niñas tienen 300 fotos con
Papa Noel, con los Reyes (los de Oriente), disfrazados, desnudos, con ropa de
invierno, de verano… y todo en un año. Si lo multiplicas por las ganas que
tendrán esos críos de matar a sus padres, te da un total de…
Y dicho esto, por
favor, seguid haciendo fotos. Quiero ver cómo ponéis cara de pato, cómo crecen
vuestros bebés, los sitios a los que habéis ido de vacaciones, vuestro
desayuno, la merienda y la cena. Pero no
os hagáis fotos de los pies. No me vale que los vuestros sean bonitos, no hay pies
bonitos. Y si podéis utilizar los filtros, mucho mejor… los de antes. Y ahora,
¡A hacer fotos!
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