Así fue o podría haber sido

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¿Habéis recibido alguna vez un mensaje de WhatsApp de alguien que no conocéis? ¿Nunca? Un chico me había conocido en una discoteca y quería volver a verme. Le había dicho que me llamaba Susan. Y ahí le tenías, buscando a Susan desesperadamente. Estuve a punto de llamarle y quedar. Pero resulta que nos habíamos visto en un garito de Houston. Claro, ahí teníamos un problema. Típico de Houston. El caso es que, como ya sabéis, yo no me llamo Susan y nunca he estado allí (eso no lo sabíais). Así que tuve que declinar la oferta. En otra ocasión me escribieron para comprarme un reloj. Que yo al mío le tengo mucho cariño, pero es que me ofrecían 10.000 francos suizos. Lástima que no tengo ningún Rolex a la venta. Otros me escriben para cambiarme de compañía. Con lo que me gusta a mí la compañía que tengo. Que no les cambio por nada del mundo. Buena gente, amigos de sus amigos y siempre están ahí. O aquí. Según el momento. Ya me entendéis. Pero esta semana, me pasó una cosa notable. He

El gordo, Antonio y su bar y otras cosas para guardar

Si habéis entrado al blog pensando que es el título de una peli porno, ya lo siento, pero tendréis que seguir buscando por lo largo y ancho del “Internez”. Tampoco os va costar mucho encontrar páginas de señores y señoras desnudos, pero si tenéis un rato, pues se agradece que os quedéis. Y para que no penséis que habéis hecho el viaje en balde (que incómodo tiene que ser viajar en un cubo), ya os pongo una foto de una película subida de tono (así llamaban a las películas en las que se veía a personas en paños menores y a veces, sin paños ni nada).


Para los que seguís leyendo a pesar de que no vamos a hablar de cosas eróticas, os advierto que tengo cierta tendencia a la dispersión. Empiezo a escribir y me cuesta ir al grano. Avisados quedáis. 

A lo que vamos… El título del post de esta semana tiene que ver con el anuncio de la lotería de navidad que trata de un señor “apenao” al que le dice su esposa que baje al bar (olé por la mujer) de un señor gordo y resulta que le cobran un pastizal por un café y se pone tan contento y sale en la tele dando un beso a su señora y luego dicen algo de compartir… Igual no lo cuento bien y es mejor que lo veáis en el “lliutú”. 


¿Ya os habéis secado los mocos con la manga y vuelto a maldecir a esa mota de polvo que se os ha metido en el ojo (por que llorar, no habéis llorado)? Pues a partir de aquí, ya sólo voy a hablar de gente buena, que los malos ya salen en el telediario a todas horas y todos los días.


En el capítulo anterior de El Cigarrito os contaba que había gente que ponía el Ayuntamiento para joderte la vida. Aunque también los hay buenos, pero como no hacen tanto ruido como los malos, somos injustos y no les prestamos la atención que merecen. ¡Ya está bien! Vamos a reivindicar a la gente “güena”.


Antonio, el del Bar
Ya habéis visto el vídeo ¿no? Pues este es el ejemplo de buena persona. Hablamos del dueño del bar, el que le guarda el décimo de lotería al apenao. Aunque pensándolo bien, tan bueno, no es. El mal rato que le ha hecho pasar. Se lo podía haber dado nada más entrar en el bar y ahorrarle el sofocón de los 21 euros del café, que menudo susto le ha pegado al hombre. Pero bueno, lo importante es la intención. Y además, tiene cara de bueno. “Ojocuidao”, no penséis que es buena persona por tener unos kilos de más, que esto no funciona así. Y si no, dentro vídeo.


La señora del apenao
¿No se os hace raro que la esposa del triste le anime para irse al bar? Y él, que no quiere ir, y ella que vaya al bar y él que no, y hasta que al final le convence. Pero es que es una señora con buen corazón y anima a su marido para que haga lo que un hombre de bien tiene que hacer. ¿Lo has entendido? Yo no, y este señor del vídeo, tampoco.


¿Cómo va eso?
Es ese tipo de gente que te pregunta cómo estás y de verdad quiere saber si estás bien o mal. No lo preguntan por educación (aunque también son muy educados), sino porque les importa lo que te pasa. Pero tampoco tientes a la suerte y les cuentes todas tus penas, que igual a la próxima pasan de ti. Por ejemplo Joey (el de Friends), no es buena persona… o sí, pero le da igual cómo vaya eso. 


Educación ante todo
La educación no es sólo saber hacer raíces aritméticas (o geométricas...), siempre me lío con los números, hablar muchos idiomas (a ser posible, procura no hacerlo a la vez, si no quieres parecer la niña del exorcista en uno de esos días en los que no estaba muy católica) o saber comer con 30 cubiertos (no seas ansias y no los cojas todos a la vez) o decir muchas veces perdón y gracias y cosas así. Casi todos los personas y personos (que también hay hombres entre esta gente) buenas y buenos son educados. Y me voy a inventar una definición porque la de la RAE no me gusta (que tiene buena educación o urbanidad, uff… hay que definir mejor, señores académicos). Educación es no no meterse o entrometerse en la vida de los demás y no tocar (o “entretocar”) las pelotas al prójimo

Quizá no sea el mejor ejemplo de educación :-)

David el Gnomo
Te preguntarás, o no, que nunca se sabe, qué tiene que ver este caballerete con las buenas personas. Pues no era vacilón ni nada el tal David. Que sí soy 7 veces más fuerte que tú, veloz, que si es el más viejo del lugar… Menos mal que luego lo arreglaba y decía que siempre está de buen humor y eso, quieras o no, se agradece.


Ayudadores sin fronteras
Las personas buenas de verdad siempre buscan la forma de ayudar a los demás. Que hay un ciego, pues le ayudan a cruzar de acera (es aconsejable preguntar antes de hacerlo no vaya a ser que el hombre o mujer no quiera ir a ningún sitio). Que hay gente que necesita ayuda, pues le ayudas. Que hay gente que necesita tu apoyo, pues también le ayudas (creíais que iba a decir algo parecido a pito o cola ¿eh? ¡Qué poco me conocéis!).


Siempre atentos
La gente buena no sólo ayuda siempre que puede, también es educada y suele ser atenta con los demás. No confundir ser atento con saludar. Ya sabéis que muchas veces los que siempre saludaban son los que han cometido los crímenes más atroces. “Era una persona muy normal, atenta, educada y siempre saludaba” declararon sus vecinos… Con esto no quiero decir que los que saludan sean malos por definición, pero…

Hacen el bien sin mirar a quien
Igual esta expresión también hay que explicarla un poco. La gente buena no es que vaya con los ojos cerrados o mirando para otro sitio (no, no voy a hacer chistes de bizcos). Es que no les importa el color de su religión, la piel de su nacimiento, el lugar de su sexo o su opinión sobre una raza (igual esto no está muy bien explicado, pero lo importante es que pilléis el sentido…).


El prójimo
La gente buena siempre está hablando de un señor que se llama así. Y que hay que quererle mucho, como a ti mismo. ¿Cómo voy a querer a alguien que no conozco? ¿Y que tiene un nombre tan feo? Si se llamará José Luis, o Margarita, todavía. Pero ¿Prójimo? Si al menos, me lo presentaran y nos diera tiempo a conocernos… Le tendré que querer si no queda más remedio.



Gente a favor de gente, en cada pueblo o nación, habría menos gente difícil y más gente con corazón, habría menos gente difícil, y más gente con corazón.

Un poco más y os pongo la canción completa. Por cierto, que nunca he entendido la canción, pero me han dicho que es algo así como una alegoría (como la canción de Miguel Rios sobre el Himno a Beethoven… Me estoy liando como el pollito del vídeo) a la gente viva o que viva la gente y que todo el mundo es bueno o algo así. ¿No sabéis de qué canción os hablo?


Obsérvese la falta de coordinación de la “cantanta” en el baile. El comentario no es digno de una buena persona, pero es que me había portado bien durante un rato muy largo. Hasta el próximo programa amiguitos.

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