Blog de Javier Merchán. Ríete tú de las fake news de Donald Trump. Me invento todos los contenidos, pero no espero que nadie se los crea.
Escribo sobre cosas importantes sin tomármelas en serio.
¿Habéis recibido alguna vez un mensaje de WhatsApp de alguien que no conocéis? ¿Nunca? Un chico me había conocido en una discoteca y quería volver a verme. Le había dicho que me llamaba Susan. Y ahí le tenías, buscando a Susan desesperadamente. Estuve a punto de llamarle y quedar. Pero resulta que nos habíamos visto en un garito de Houston. Claro, ahí teníamos un problema. Típico de Houston. El caso es que, como ya sabéis, yo no me llamo Susan y nunca he estado allí (eso no lo sabíais). Así que tuve que declinar la oferta. En otra ocasión me escribieron para comprarme un reloj. Que yo al mío le tengo mucho cariño, pero es que me ofrecían 10.000 francos suizos. Lástima que no tengo ningún Rolex a la venta. Otros me escriben para cambiarme de compañía. Con lo que me gusta a mí la compañía que tengo. Que no les cambio por nada del mundo. Buena gente, amigos de sus amigos y siempre están ahí. O aquí. Según el momento. Ya me entendéis. Pero esta semana, me pasó una cosa notable. He
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El avión: tragicomedia en tres actos. Segunda y tercera parte
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¿Por qué hacer las
cosas fáciles pudiéndolas complicar? (Esta frase se la podéis atribuir a
cualquier español. Así “semos”, nos gusta lo difícil).
Que he pensado que en
vez de hacer tres posts sobre los aviones, hago dos y así confundo al personal. A ver si os lo puedo explicar. Son tres partes, pero las divido en 2 para… ¡Jodé!
¿os habéis tragado lo del espíritu santo y las tres personas sin rechistar y
esto que es más fácil necesita tanta explicación?
Pues eso, que aunque
sean tres partes, las dos segundas partes las juntamos en un solo post. La
primera parte ya está disponible en quioscos y estancos aquí
(mejor pinchar en el link que igual en el quiosco no os entienden). Vosotros
seguid leyendo y ya os explico sobre la marcha.
En el capítulo
anterior os contaba todos los pasos a dar para llegar al avión. Estamos a punto
de embarcarnos en una nueva aventura (frase patrocinada por la asociación de
blogueros de viajes. Junto a marco incomparable, paraíso natural…).
28 V
Ya estamos dentro del
avión y lo primero es ver cuál es tu asiento. ¿Es 28 B o V? A menos que el
avión sea cuadrado (hay pocos) es muy probable que sea B. Pero da igual, habrá
gente que se sienta como en el cine; dónde le da la gana. Y tendrás que pedir
amablemente que se vaya a tomar por saco a su sitio. O utilizar otros métodos.
Coloquen sus pertenencias en el
compartimiento o compartición superior
Gente que entra en el
avión con una guitarra, una mochila, el carrito del niño, un casco de moto y
las bolsas del “diutifrí”. Y claro, no caben en el compartimento superior. Las
compañías tendrían que tener estas cosas controladas. No piensan en los
viajeros… tocapelotas. Y tú preocupado por que llevas el abrigo y la maleta de
Hello Kitty.
Mi compi
Sobre los señores
y señoras que te encontrabas en el avión ya os conté algo en
el blog. El compañero ideal es el que no te da la charla durante todo el vuelo,
ni se pega contigo por poner el codo en el reposacodos
(¿para cuándo un tratado de usos y costumbres del reposabrazos en los
establecimientos públicos?), ni ronca, ni hace ruido al comer, ni lleva
colonia… El mejor es el que no está. Tener el asiento de al lado vacío es de lo
más mejor que te puede pasar.
Momento en el que cierran las puertas y no hay
nadie sentado a tu lado
Hay dos puertas, tres cuartos de
baño, muy luminoso
Llega el momento de
las instrucciones por parte de la tripulación de cabina. Básicamente lo que
viene siendo ese momento en el que te enseñan a inflar un cinturón, y a
respirar con normalidad a través de un chaleco. Y te dicen que el avión tiene
varias puertas (de las ventanas no dicen nada) y donde están los baños. Del
precio tampoco comentan mucho. Así no creo que lo vendan, pero algunas
instrucciones son divertidas J.
Wisconsin qué hermoso eres
Es el momento de
echar un ojo a la revista del avión. Todas las aerolíneas tienen la suya, pero
las escribe la misma persona. Un montón de anuncios de señoras arregladas para
anunciar colonia, o maletas, o maletas llenas de colonia. Una entrevista en
profundidad tipo ¿mar o montaña? ¿carne o
pescado? de alguna persona famosa (que normalmente nunca conozco), un par
de reportajes de sitios ideales de la muerte y luego ya el catálogo de
películas que no podrás ver, la música que no podrás escuchar (tampoco pasa
nada) y mapas con un montón de flechas que aquello parece una escena de guerra
(o de boda) de Juego de Tronos.
Entretenimiento
Si vas lejos; un poco
más lejos; no, más lejos todavía; puede que el avión cuente con pantalla y
puedas ver alguna película o documental de la 2 (ideal para quedarte frito) o
series (no, Médico de Familia se nos ha agotado…). La mayoría de las veces
siempre querrás ver la película que ponen… en otro vuelo. La que ponen en tu
vuelo ya la has visto y las que no has visto, no las quieres ver. Igual estoy
siendo exagerado, y hay algunas películas que merecen la pena… o no.
Comida
Si vas lejos como
para que te pongan una peli, probablemente te pongan comida también. Si no,
volvemos a los tiempos del bocata de chorizo y la bota de vino… Aunque
pensándolo bien, casi es mejor lo del bocadillo. La comida la ponen en una
bandeja (diseñada por un campeón de Tetris) y da igual lo que pidas, que sabrá
a pollo. Requemado, pero a pollo. Es como cuando viajas al extranjero y te dan
serpiente, canguro o cocodrilo y todo sabe a pollo. Pues en la comida del avión
te dan murciélago en su tinta y te dicen
que es ternera, pollo o pasta. Porque siempre es lo mismo…
La hora en destino es… ¿qué hora
es?
Si vas a un sitio en
el que tienen otra hora (nada más que por molestar), ya no sabes qué hora es en
el avión, en tu casa o donde quiera que vayas. Te traen la comida y puede que
sea el desayuno, cena, el brunch, meriendacena, ¿cenayuno?
El baño
Si puedes aguantar
sin ir, mucho mejor. Y si no te queda otra, allá tú… o el cacho de ti que quepa
en el baño. Y el miedo que da pulsar el botón… Da la sensación de que has
abierto una nueva puerta a una dimensión desconocida y que todos los demonios
del infierno vienen a por ti. ¡Vale! Dejaré de ver los programas del señor de
los milenios.
Ya hemos llegao
Te dicen que todavía
no te quites el cinturón, pero tú y los otros 200 se lo quitan. No enciendas el
teléfono y ni caso, allí todo el mundo está hablando con sus seres queridos, y
algunos hasta con su mujer… Que no cojas las cosas del compartimento superior y
allí no hay nadie ya sentado.
Exit and baggage
Si has facturado
maleta, antes del exit (que viene siendo salir a la calle), hay que recogerla.
Y lo primero es buscar dónde están… y la gente tiene la costumbre de poner los
carteles en otros idiomas… Y una vez que ya sabes en qué cinta hay que esperar,
y ver aparecer tu maleta es como ver a Bo Derek correr hacia ti. (Bo Derek es
la chica del vídeo, que todo hay que explicarlo).
Mr. Marshall
Ahora ya sí que
tienes que seguir el cartel de Exit y puede que haya alguien esperándote con un
cartelito. Y casi nunca escriben bien tu nombre, o tienen tus apellidos
cambiados o el cartel tiene el logo de la agencia de viajes con la que has
contratado las vacaciones. El caso es que es muy probable que no os encontréis
nunca.
Vámonos. Pafuera, pa la calle
Ya está. Ya estamos
listos con nuestra maleta y con el cambio de hora, y muertos después de un
viaje… ¿Y ahora qué? Pues que ya está, que se acabó lo que se daba. ¿O también
quieres que os saque de paseo?
Os dejo con una
¿bella? melodía. Hasta el próximo programa amiguitos.
A veces, cuando me pongo a pensar sobre qué escribir en el blog, se me ocurren muchas cosas. Luego me doy cuenta de que alguien ya ha escrito sobre ello, y el cabrón o cabrona lo ha hecho mejor. Otras veces tengo una idea y cuando llevo un buen rato escribiendo, me digo “pero si de esto ya he hecho un post”. Y otras veces, directamente no pienso. Esta vez voy a escribir sobre cosas que ya se han escrito. Pero vamos a hacerlo de otra manera. Y os explico por qué. Pues “resultadeque” estaba leyendo una crítica de una película y no terminé de entender si me estaban recomendando verla, si era muy mala, o me comprara un Opel Corsa. No comprendí nada. Yo creo que los críticos de cine, como escriben a oscuras en la sala de cine, pues luego no entienden lo que han puesto y tienen que inventar, y de ahí lo de “la levedad inescrutable del personaje tiene connotaciones que nos recuerdan el sufrimiento crónico de la sociedad en un ambiente que recela de todo…” Y ahí estás tú l
Esta semana no me voy a meter con las cosas religiosas, a pesar del título (y de que a veces te ponen las cosas a huevo). Aunque los que pintan algo en la iglesia (no me refiero a la señora que hizo el garabato en Borja), se metan en las cosas de los demás, no lo voy a hacer yo. No hagas a los demás que te hagan como yo quiero al prójimo… (Creo que es algo parecido, pero es que ese día me cambié a Ética y me perdí la clase de “Reli”). Esta semana os quería hablar sobre los nombres. Pero no el nombre del padre o del hijo (de verdad que hay nombres de hijos que son para matar al padre y para que le dé un ataque al Espíritu Santo. No tenéis más que pensar en algún Kevin Costner de Jesús, “Yosuas” y Samantas). Hablaremos de los nombres comunes. Hay padres hijos de… Porque vamos a ver ¿Quién pone el nombre de las cosas? A los animales, a las flores, a las ciudades… ¿Dónde está el responsable? ¿Con quién hay que hablar para que se ponga orden? ¿Y qué es este sindiós de
¿Habéis recibido alguna vez un mensaje de WhatsApp de alguien que no conocéis? ¿Nunca? Un chico me había conocido en una discoteca y quería volver a verme. Le había dicho que me llamaba Susan. Y ahí le tenías, buscando a Susan desesperadamente. Estuve a punto de llamarle y quedar. Pero resulta que nos habíamos visto en un garito de Houston. Claro, ahí teníamos un problema. Típico de Houston. El caso es que, como ya sabéis, yo no me llamo Susan y nunca he estado allí (eso no lo sabíais). Así que tuve que declinar la oferta. En otra ocasión me escribieron para comprarme un reloj. Que yo al mío le tengo mucho cariño, pero es que me ofrecían 10.000 francos suizos. Lástima que no tengo ningún Rolex a la venta. Otros me escriben para cambiarme de compañía. Con lo que me gusta a mí la compañía que tengo. Que no les cambio por nada del mundo. Buena gente, amigos de sus amigos y siempre están ahí. O aquí. Según el momento. Ya me entendéis. Pero esta semana, me pasó una cosa notable. He
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