Así fue o podría haber sido

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¿Habéis recibido alguna vez un mensaje de WhatsApp de alguien que no conocéis? ¿Nunca? Un chico me había conocido en una discoteca y quería volver a verme. Le había dicho que me llamaba Susan. Y ahí le tenías, buscando a Susan desesperadamente. Estuve a punto de llamarle y quedar. Pero resulta que nos habíamos visto en un garito de Houston. Claro, ahí teníamos un problema. Típico de Houston. El caso es que, como ya sabéis, yo no me llamo Susan y nunca he estado allí (eso no lo sabíais). Así que tuve que declinar la oferta. En otra ocasión me escribieron para comprarme un reloj. Que yo al mío le tengo mucho cariño, pero es que me ofrecían 10.000 francos suizos. Lástima que no tengo ningún Rolex a la venta. Otros me escriben para cambiarme de compañía. Con lo que me gusta a mí la compañía que tengo. Que no les cambio por nada del mundo. Buena gente, amigos de sus amigos y siempre están ahí. O aquí. Según el momento. Ya me entendéis. Pero esta semana, me pasó una cosa notable. He

Hasta los cajones

Dicen que las mudanzas son una de las situaciones más estresantes del mundo. Ahí discrepo. En general, no es nada del otro mundo… la de los demás, pero si te toca a ti, ya es otra cosa. Es una putada como la copa de un pino (¿De dónde vendrá esta expresión)?


Además de trasladar tus cosas de un lado a otro, ropa, muebles y demás enseres (¡Qué palabra tan bonita!) que ya de por sí es jodido, también está el comprar nuevas cosas, papeleo, cambio de domiciliaciones, dar de alta servicios como el teléfono, Internet, luz. Vamos que no se lo deseo a nadie. Yo creo que a Dios se le olvidó una plaga de mudanzas entre las que envió a Egipto para darles un escarmiento. No quiso cebarse con ellos. 


Uno de los protagonistas principales en toda mudanza son las cajas, cajitas, cajones y demás variantes del mismo elemento tomadas de millones en millones. No sabías que había tantas cosas en una casa tan pequeña. Da igual que salgas de un apartamento de 25 metros cuadrados a una mansión de 200 habitaciones. Las cajas que has sacado no cabrán en ningún sitio. También te das cuenta la cantidad de ropa que puede tener una mujer, pero esa es otra historia.

El otro protagonista es sueco, y el que no pase por allí, antes, durante y después de la mudanza, no sabe lo que se pierde. O sí lo sabe y por eso no va. No me imagino yo a los millonarios pasándose por Ikea y luego montando los muebles.

Para esta mudanza, me ha tocado ir más veces de las que hubiera querido por el “Aiquía” (en inglés, se dice así, como si no fuera más fácil), y he cometido los mismos errores, una y otra vez. 


La bolsa amarilla
Antes de hablar de la jodía bolsa, el primer error es ir hasta allí.  Una vez que entras es más difícil salir de Ikea que de las drogas. Pero ya estás ahí, y coges la bolsa amarilla. Y si no la pillas a la entrada, la cogerás luego (están por todas partes). Aunque sólo vayas a mirar, picas y la coges. El “porsiaca” que le llaman.  Y siempre compras algo, el portarrollo de cocina, unos cojines muy monos (da igual que seas tío, también son monos y los comprarás), y el cacharro para que no se cuezan las partes sensibles cuando te pones el ordenador en las rodillas. Pero ellos lo llaman de otra manera, Descojönsæn, o algo así.

No seguir las flechas
Te haces el listo y no sigues las flechas para ir más rápido.  ¡Es una trampa! Acabarás en otro país o en la parte en la que está plagada de niños. Es como Oz tienes que seguir el camino de baldosas amarillas, no te queda otra. Ya, ya sé que algunos lo habéis conseguido, pero yo lo he intentado y ahora mismo os estoy escribiendo rodeado de doscientos niños jugando en una piscina de bolas (ellos, yo estoy hasta las bolas… sin piscina)

Lámparas maravillosas
Que levante la mano el que no tenga una lámpara de Ikea. Da igual que sean de papel o plástico. Yo creo que hemos comprado todo el catálogo. Sin exagerar tenemos 5 modelos diferentes, y exagerando, dos millones de lámparas.Aquí una muestra.


No sin mis bombillas
Si encuentras a la primera la bombilla que va con la lámpara te regalan otra. Pero la tienes que buscar también. Mira que te lo pone en la caja, pero, al menos en Irlanda, no hay ninguna parecida a la que tienes que coger.  E27 75W. ¿O estos son los planos del tesoro en los que están las bombillas?

Los nombrecitos
De acuerdo, son suecos y no van a poner a los muebles Jose Francisco o Maria Luisa, pero tiene que haber un término medio. Los tornillos se llaman “Enroscån” y las arandelas “Rædondeles”.  Así no hay quien se acuerde de lo que hay que comprar. No me extraña que lo más vendido sea la estantería Billy. Si queréis crear un mueble con vuestro nombre, aquí tenéis una tontá para hacerlo. http://www.blogadilla.com/swedishFurniture/swedishFurniture.html

Vamos a probar las “almondigas”
¿Os acordáis de la noticia de que tenían carne de caballo?  Yo no me lo creía hasta que las probé y salí al galope a mirar las alfombras “felpudensen”. 


Si total son 10 euros
Cada cosa.  Lo que no te dicen es que hay que sumar todas cosa y cuando vas a pagar te das cuenta de la pasta que te has dejado. El “sólo voy a mirar” supone 200 “leuros”.

El carrito plano
Da igual el que cojas. Están todos bizcos. ¿Quieres ir a la izquierda? Pues gira el carrito 75 grados al norte.  Y si ya vas cargado de muebles, es la descojonación. Pero el carro es listo como un demonio y te lleva directo a las cajas para soltar la pasta.

¡Qué original!
Era original hasta que te das cuenta que todo Dios tiene el mismo cuadro en su casa. Sí, ese de Nueva York, pues lo tenemos todos.



Claro que cabe
Has comprado un par de muebles y caben en el coche. Pues no. Te faltarán 2 centímetros de coche o te sobrarán de  mueble. Lo suficiente para que tengas que volver con las orejas gachas y pedirles a los señores de Ikea que te lo lleven ellos, por un módico precio que suele ser el mismo que el mueble que no te cabe. 

El montaje
Digamos que el Señor me ha dado pies en vez de manos. Para que os hagáis una idea soy tan hábil con las manos como Arbeloa con los pies. El único mueble que había hecho era la cama… ¿A quién quiero engañar? La cama la hago todos los días, pero esa es otra historia. 

Esta vez, me he puesto a prueba y como soy muy cabezón he montado varios… y al menos las puertas de los armarios se abren… Todavía estoy intentando cerrarlas J. Aquí tenéis mi obra de arte (la cama ya estaba hecha). Ana, mi novia, ha hecho otro montón de muebles, pero no quiero vulnerar los derechos de imagen.


Ahora a ver como le digo a mi padre y a mi suegro que nos monten la próxima mudanza. 

Si queréis un consejo, lo mejor que podéis hacer es... no hacer mudanza y os evitaréis las cajitas, la visita al Ikea, el montaje y terminar hasta los cajones. 

Comentarios

  1. lo leera la migi, y se le quitaran las ganas??, jajajaja.
    GUENISIMO !!!!!

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    Respuestas
    1. La verdad es que no lo recomiendo a nadie. Ahora veo la luz ;)

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  2. Todos nos quejamos, pero bien que volvemos al Ikea una y otra vez... al final te da más alegrías que otra cosa. O al menos a mejor precio ;)

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