Blog de Javier Merchán. Ríete tú de las fake news de Donald Trump. Me invento todos los contenidos, pero no espero que nadie se los crea.
Escribo sobre cosas importantes sin tomármelas en serio.
¿Habéis recibido alguna vez un mensaje de WhatsApp de alguien que no conocéis? ¿Nunca? Un chico me había conocido en una discoteca y quería volver a verme. Le había dicho que me llamaba Susan. Y ahí le tenías, buscando a Susan desesperadamente. Estuve a punto de llamarle y quedar. Pero resulta que nos habíamos visto en un garito de Houston. Claro, ahí teníamos un problema. Típico de Houston. El caso es que, como ya sabéis, yo no me llamo Susan y nunca he estado allí (eso no lo sabíais). Así que tuve que declinar la oferta. En otra ocasión me escribieron para comprarme un reloj. Que yo al mío le tengo mucho cariño, pero es que me ofrecían 10.000 francos suizos. Lástima que no tengo ningún Rolex a la venta. Otros me escriben para cambiarme de compañía. Con lo que me gusta a mí la compañía que tengo. Que no les cambio por nada del mundo. Buena gente, amigos de sus amigos y siempre están ahí. O aquí. Según el momento. Ya me entendéis. Pero esta semana, me pasó una cosa notable. He
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Esas pequeñas cosas
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Además
de una de mis canciones favoritas, el título del post viene a cuento de lo que
voy a hablar. Son esas cosas que pueden no parecen importantes, pero que te
alegran el día. Antes de que sigáis leyendo, aviso (no soy traidor). No voy a
hablar de sexo (¿queda alguien leyendo?), y procuraré no ser demasiado escatológico
(ahora sí que me he quedado solo). Además
lo del sexo, no es una cosa pequeña (sin entrar en el tamaño propiamente dicho
que cada uno) y no sólo te alegra el día, sino que te alegra la vida. Tampoco hay que tomárselo tan en serio como
el amigo “Clin Isvuz”. Es un poco más
sádico en el tema de las alegrías.
Para
que sepáis de qué canción hablo, aquí os dejo el vídeo. Ya, ya sé que parece
que Serrat va a soltar la guitarra y salir corriendo a perseguir a los malos en
Miami, pero es que era 1987 y es la ropa que se llevaba en aquél entonces (¡Qué
expresión tan viejuna).
A
algunos os parecerá que estas pequeñas cosas no son para tanto, y que soy muy
simple por alegrarme con ellas, pero es que soy hombre. No hace falta mucho
para hacernos feliz. Con darnos de comer, no hacer demasiadas preguntas, dejarnos
dormir y en general, no molestar, ya está. Aquí os dejo otras cosas que, al
menos a mí, me alegran el día. Y como no soy supersticioso, os dejo las 13 que
se me han ocurrido.
Si
te levantas y no te duele nada
Seguro que habréis oído que a
partir de los 40 si no te duele nada, es que estás muerto. Como dicen cuando no
tienes dinero, lo importante es la salud… Lo malo es que dentro de poco, te va
a hacer falta tener pasta para tener salud (Y hasta aquí, mi crítica al
gobierno, intentaré que no me jodan el día hoy).
Aparcar
a la primera
No, no me refiero a aparcar
bien a la primera (que en algunos casos, es motivo de celebración), sino a
encontrar un aparcamiento. Y ya, si es gratis, puedes miel sobre hojuelas (¿Qué
cojones son las hojuelas?). Prueba a meterte en Madrid con el coche y si a la
media hora de intentarlo, has encontrado aparcamiento, es tu día de suerte. Eso
sí, no juegues a la lotería, ni eches la quiniela, has agotado el cupo por hoy.
Y no, no cantes victoria hasta que vuelvas a por el coche. Puede que un amable
agente del orden, o esos capullos y capullas con chaleco verde (no, no son los
suplentes de la selección española calentando) no te han puesto un papelito en
el parabrisas del coche. (Aviso, quitarle el limpia al coche, no te va a evitar
la multa, ni poner cienes y cienes de tickets para confundirles).
Correo
recibido
¿No os ha pasado nunca que
recibís un correo larguísimo sólo para decirte al final que está todo correcto,
que no tienes que hacer nada más y que muchas gracias? ¿Por qué no empezarán por ahí? Cuando te
llega ese correo, lo tienes que leer mil veces para ver si lo has entendido
bien, y después, llamas para preguntar y asegurarte que está todo correcto.
¿Pero de verdad que no tengo que hacer nada más? Y cuando te lo confirman, sólo
en ese momento, es como encontrarte en tu baño a Charlize Theron pidiéndote (en
perfecto castellano, no vaya a ser que te confunda el idioma), que le enjabones
la espalda… sigues sin creértelo.
¡Prueba
superada!
Creo que no soy nada envidioso
(a no ser que sea a ti al que se le aparezca la señorita Theron en el baño), y
me alegro cuando alguien gana un premio. Donde sea, en la tele, en el trabajo (ahí
te dan pocos premios, está la cosa tan jodida que el premio es tenerlo, y si te
pagan bien, ya es la leche). A lo que
voy, que me hace ilusión ver a alguien feliz en la tele (no, no me refiero al
señor González Pons o a Montoro sonriendo).
Momento
libro
¿No os hace ilusión poneros a
leer ese libro que os ha enganchado? Hay
un momento con cualquier libro en el que dudas, no sé yo, no está tan bien…
Hasta que te metes en la historia y no puedes dejar de leer, y volver a
retomarlo es una de esas pequeñas cosas que te alegran la vida. Lo peor es
terminarlo, es como decir adiós a un amigo (creo que tengo que dejar de beber
Mimosín).
Esos
domingos
Te has levantado tarde, no
tienes ganas de hacer nada, pones la tele para ver si hay algo que merezca la
pena (como tantas otras millones de veces que lo intentas), pero esta vez sí.
Están poniendo la película que has visto cien veces, que te sabes los diálogos,
cada gesto de los actores, pero te da igual. La vuelves a ver. Y sonríes como
cuando Montoro dice que no van a subir los impuestos).
¿Nuevo
capítulo?
Cada vez veo menos la tele. Me
refiero a la convencional. Sin embargo,
estoy enganchado a varias series a la vez.
Mi nombre es Javier, y soy adicto a las series. Ojo, no a todas, me
faltarían horas al día para ver todas las que me gustan. Hay que elegir, y los
días en los que sé que hay un nuevo capítulo, soy más feliz que Messi
regateando adversarios (que cada uno elija el adversario al que me refiero).
¿Y este billete de 10?
Esos días en
los que refresca y te pones la rebeca (haciendo caso a tu madre), y te encuentras
un billete de 5 o de 10 euros. ¿No te da alegría? Hombre, claro que es mucho mejor uno de 500,
pero es que tú no eres político y no hay sobres para todos. Las monedas también
molan, pero a no ser que te encuentres el cofre del tesoro (y no los suelen
llevar en los bolsillos del pantalón), no es igual. Aunque dinero, “tié que
haber”, como veis en el vídeo (con la colaboración especial de mi amiga Pilar).
¿Ya?
¿Estás
agobiado? ¿No te da tiempo a hacer todo lo que tienes que hacer? Ponte a
hacerlo, ¡Coño ya! Ya verás como el
tiempo que pierdes en preocuparte, lo puedes dedicar a hacerlo. Y lo haces, y
antes de lo que esperabas. ¿Ya te
sientes mejor? Pues eso. Esto que parece un manual de autoayuda, a veces
funciona. Recuerdo una vez que me pedí
un día libre en el trabajo para hacer mil gestiones, a las 10 de la mañana ya
estaban hechas. Y lo bien que te sientes, cuando ya no tienes que hacer nada.
Ummmm ¡Qué bien huele!
Vas a comer a
casa de tus padres, o de tus suegros, y te encuentras que ponen tu comida
preferida. Ni aunque estuviera Charlize Theron con sus 20 hermanas gemelas en
la ducha (¿si son 20 también serían gemelas?) te levantarías. Es de mala
educación levantarse de la mesa.
Respect
Vas en el
coche, intentando aparcar, y suena esa canción de Aretha Franklin que te
encanta. Y no sólo la cantas, la berreas (con tu inglés), la bailas, y eres
feliz…. Hasta que te das cuenta que han subido un vídeo al “Llutú”, pero da
igual. Ya no me pueden quitar lo
“bailao” (¿Quién cojones te puede quitar lo bailao?)
¡Ya lo tengo!
Llevas dos
horas intentando recordar el nombre de un actor, o de una película… lo que sea.
Le das más vueltas a la cabeza que la niña del Exorcista. Desistes y al poco
tiempo te viene el nombre. Ya os he dicho que soy muy simple, pero te da una
alegría del copón. Y sin mirar en la “Interné” ni nada.
¡Coño Manolo!
Vas por la
calle y crees reconocer a un amigo que hace tiempo que no ves. Miras, remiras, te limpias las gafas y ¡Coño,
pero si es Manolo! ¡Qué alegría hombre!
Lo malo es que el tal Manolo lleve el mismo tiempo intentando esconderse para
que no le reconozcas… ¡Que hubiera sido más rápido!
Por supuesto que hay muchísimas cosas
más que me hacen feliz, pero ya os dije que no iba a hablar de sexo… Os dejo
que parece que oigo el ruido de la ducha...
Bueno, y para evitar que se te escapen los supersticiosos, vamos con el número 14: Ese momento por la mañana, que te despiertas pensando que te has dormido y llegas tarde al trabajo, y entonces te das cuenta que es sábado... ahhhh orgasmo múltiple por poder dormir una horita o dos más.
Lástima que este pequeño momento para muchos haya pasado a ser un mito y todos los días sean sábado, bueno, no sábado, pero ya me entendeis.
Me voy a poner este post en favoritos para rememorar estos momentitos :)
Bien, pues ahí va el 15º. Esa noche de verano que, preparada para ver una peli buena del copón --zapatillas, cafecito solo con azúcar y mucho hielo, niños con la abuela o la play (son casi iguales)-- recuerdas que olvidaste comprar tu dulce preferido --ensaimada mallorquina rebosante de nata-- y, en ese momento, aparece tu marido y, con las manos escondidas tras la espalda, te dice con gesto de pillo de colegio "¿y cómo se llama el maravilloso marido que ha ido hasta La Mallorquina para homenajear a su chica?". Y tú solo puedes babear su nombre, olvidada hasta de la peli. ¿A que sí, Javier? Besotes, Isabel Blas
A veces, cuando me pongo a pensar sobre qué escribir en el blog, se me ocurren muchas cosas. Luego me doy cuenta de que alguien ya ha escrito sobre ello, y el cabrón o cabrona lo ha hecho mejor. Otras veces tengo una idea y cuando llevo un buen rato escribiendo, me digo “pero si de esto ya he hecho un post”. Y otras veces, directamente no pienso. Esta vez voy a escribir sobre cosas que ya se han escrito. Pero vamos a hacerlo de otra manera. Y os explico por qué. Pues “resultadeque” estaba leyendo una crítica de una película y no terminé de entender si me estaban recomendando verla, si era muy mala, o me comprara un Opel Corsa. No comprendí nada. Yo creo que los críticos de cine, como escriben a oscuras en la sala de cine, pues luego no entienden lo que han puesto y tienen que inventar, y de ahí lo de “la levedad inescrutable del personaje tiene connotaciones que nos recuerdan el sufrimiento crónico de la sociedad en un ambiente que recela de todo…” Y ahí estás tú l
Esta semana no me voy a meter con las cosas religiosas, a pesar del título (y de que a veces te ponen las cosas a huevo). Aunque los que pintan algo en la iglesia (no me refiero a la señora que hizo el garabato en Borja), se metan en las cosas de los demás, no lo voy a hacer yo. No hagas a los demás que te hagan como yo quiero al prójimo… (Creo que es algo parecido, pero es que ese día me cambié a Ética y me perdí la clase de “Reli”). Esta semana os quería hablar sobre los nombres. Pero no el nombre del padre o del hijo (de verdad que hay nombres de hijos que son para matar al padre y para que le dé un ataque al Espíritu Santo. No tenéis más que pensar en algún Kevin Costner de Jesús, “Yosuas” y Samantas). Hablaremos de los nombres comunes. Hay padres hijos de… Porque vamos a ver ¿Quién pone el nombre de las cosas? A los animales, a las flores, a las ciudades… ¿Dónde está el responsable? ¿Con quién hay que hablar para que se ponga orden? ¿Y qué es este sindiós de
¿Habéis recibido alguna vez un mensaje de WhatsApp de alguien que no conocéis? ¿Nunca? Un chico me había conocido en una discoteca y quería volver a verme. Le había dicho que me llamaba Susan. Y ahí le tenías, buscando a Susan desesperadamente. Estuve a punto de llamarle y quedar. Pero resulta que nos habíamos visto en un garito de Houston. Claro, ahí teníamos un problema. Típico de Houston. El caso es que, como ya sabéis, yo no me llamo Susan y nunca he estado allí (eso no lo sabíais). Así que tuve que declinar la oferta. En otra ocasión me escribieron para comprarme un reloj. Que yo al mío le tengo mucho cariño, pero es que me ofrecían 10.000 francos suizos. Lástima que no tengo ningún Rolex a la venta. Otros me escriben para cambiarme de compañía. Con lo que me gusta a mí la compañía que tengo. Que no les cambio por nada del mundo. Buena gente, amigos de sus amigos y siempre están ahí. O aquí. Según el momento. Ya me entendéis. Pero esta semana, me pasó una cosa notable. He
Bueno, y para evitar que se te escapen los supersticiosos, vamos con el número 14: Ese momento por la mañana, que te despiertas pensando que te has dormido y llegas tarde al trabajo, y entonces te das cuenta que es sábado... ahhhh orgasmo múltiple por poder dormir una horita o dos más.
ResponderEliminarLástima que este pequeño momento para muchos haya pasado a ser un mito y todos los días sean sábado, bueno, no sábado, pero ya me entendeis.
Me voy a poner este post en favoritos para rememorar estos momentitos :)
Abrazo!!
Gracias Alfre! Ese momento es enorme!
EliminarAbrazo!
Bien, pues ahí va el 15º.
ResponderEliminarEsa noche de verano que, preparada para ver una peli buena del copón --zapatillas, cafecito solo con azúcar y mucho hielo, niños con la abuela o la play (son casi iguales)-- recuerdas que olvidaste comprar tu dulce preferido --ensaimada mallorquina rebosante de nata-- y, en ese momento, aparece tu marido y, con las manos escondidas tras la espalda, te dice con gesto de pillo de colegio "¿y cómo se llama el maravilloso marido que ha ido hasta La Mallorquina para homenajear a su chica?". Y tú solo puedes babear su nombre, olvidada hasta de la peli.
¿A que sí, Javier?
Besotes,
Isabel Blas
Qué buena es esa, pero es que no tengo marido y no conozco la sensación ;)
EliminarBesos
Javier
Un articulo muy divertido. Me ha gustado mucho leerte! Enhorabuena por el blog.
ResponderEliminarMe has hecho pasar un buen momento. Aquí estoy, en mis colchones de muelles sin poder levantarme :-)
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