Mi amigo Jose Miguel (que conste
que tengo más amigos, pero éste es de los “güenos” güenos) me llamó hace unos
días para salir a hacer Light painting. Mi primera reacción fue ¡Bién, vamos a
ver chavalas pintadas y en pelotas! (podría haber habido chavales, pero no es lo
primero que se me vino a la cabeza), y yo dije que vale, que sí, que me
apuntaba. Resulta que eso es body painting y lo de pintar con la luz es
distinto. Se trata de hacer
fotos pintando con luz objetos inanimados. Conozco a alguna persona que podría cumplir con la definición, ni
tocándoles la lotería cambian el gesto, ni se animan, pero esos ya tienen
bastante con lo suyo.
Aquí tenéis algunos ejemplos de
light painting.
A lo que vamos. A mí me gusta mucho la fotografía y suelo
hacer muy buenas fotos (esto no es verdad. Y los que penséis que os salen fotos
cojonudas en Instagram también os estáis engañando). Sólo soy un fotógrafo muy aficionado (esto no quiere
decir que sea bueno, sino que soy todo lo opuesto a ser profesional. Me gusta mucho, pero no tengo la paciencia ni los conocimientos) y en casi todos los viajes voy con la cámara (a
veces hasta con batería cargada) y muchas veces tiro (nunca mejor dicho) fotos, así que me animé a
salir con los del curso de fotografía de Jose.
Pero esto del body painting (¡qué
fijación!) quiero decir, light painting, tiene su tela. Tienes que ir más preparado que los que
hicieron la primera expedición al Polo Norte. Si hubieran ido tan cargados los
colegas de Amundsen como los del curso de fotografía, no había perros
suficientes para llevarles el trineo. En Marzo no suele hacer demasiado frío, pero coincidió con uno de los pocos días que ha nevado por Madrid, con lo que además de todos los
cacharros de fotografía, que no pasaré a detallar para que no se note mi
desconocimiento, había que ponerse los calzoncillos de John Wayne (es una
manera de hablar, no es que use los mismos que el difunto actor, son gayumbos
largos. ¡Jodé que hay que explicarlo todo!), gorro, guantes y demás ropa de
abrigo como si fueras a pasar unos días donde fabrican el frío.
Pues ahí nos tienes, 50 personas en una cantera
abandonada en la sierra de Madrid preparando los trípodes, luces, cámaras y
acción para hacer el light painting.
Todo esto con un señor hablando en Klingon (o eso me pareció a mí) que
resultó ser el profesor de fotografía, explicándoles cosas como la velocidad (del
tocino se habló en el descanso para el bocata), profundidad, y yo creo que
también les contó algo sobre el fuera de juego (pero también me perdí). He aquí
el lugar en cuestión.
Como Jose Miguel y Claudio (otro amiguete de Jose del curso) iban a estar
poniendo cohetes, moviendo luces y pintando, yo me quedé con la tarea más
arriesgada. Máximo responsable de apretar el botón de la cámara (un becario en toda regla y sin cobrar un duro :-). Más de uno pensaréis que eso no tiene mérito,
pero os equivocáis. No sólo había que
apretar el botón, sino tenerlo pulsado durante, a veces más de un minuto. Ardua
tarea, y además teniendo había que seguir las órdenes del señor que hablaba raro y que aquello estaba más oscuro que el sobaco de un grillo. ¡Qué presión! Menos mal que ya me iba familiarizando con el
idioma y entendí algo así como Foto y ya.
Para los iniciados en este mundo esto significaba aprieta el botón y
deja de darle al botón. Tengo que
explicar que la cámara ya estaba preparada con la exposición adecuada, y
tocados todos los parámetros y zarandajas (me encanta esta palabra) para que
saliera bien (pero esto no es tan importante como darle al botón de disparo). Además, para hacerlo
más difícil también decían ¡Tapar! y entonces había que poner la mano delante
del objetivo (esto sí que lo pillé).
Mientras yo hacía el trabajo
difícil, otros que se llevaron todo el mérito (cracks Jose y Claudio :-)) andaban poniendo
pequeños cohetes para iluminar las fotos, subiéndose por las paredes como cabras para iluminar
las piedras, dar vueltas a pequeñas bombillas para que quedaran chulas las
fotos y haciendo movimientos raros para que con sólo apretar un botón y tapar
el objetivo (en mi caso) salieran estas fotos.
¿Os gustan? A mí sí, y como el blog es mío, no hay más
que hablar. Y todo ello con un grupo de
gente supermaja, con muy buen rollo, sin una sola queja del frío. Fue un placer compartir con ellos unas horas,
fotos y un bocata a 30 grados bajo cero (aquí a lo mejor ya estoy
exagerando). El jamón del bocata aunque
estaba curado, volvió a recaer con el frío que hacía y me lo comí ya difunto
(el jamón, yo todavía sigo dando guerra).
PD: Lo de que aparezca mi nombre en las fotos es cosa
suya. Es así de buen chaval. Se nota que es buen amigo ¿no?
GENIAL
ResponderEliminar@josemi
Las fotos del equipo muy originales y las de tu amiguete magníficas, sobre todo, las de exposición y naturaleza.
ResponderEliminarBesotes,
Isabel Blas
Gracias Isabel! Besos
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