Así fue o podría haber sido

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¿Habéis recibido alguna vez un mensaje de WhatsApp de alguien que no conocéis? ¿Nunca? Un chico me había conocido en una discoteca y quería volver a verme. Le había dicho que me llamaba Susan. Y ahí le tenías, buscando a Susan desesperadamente. Estuve a punto de llamarle y quedar. Pero resulta que nos habíamos visto en un garito de Houston. Claro, ahí teníamos un problema. Típico de Houston. El caso es que, como ya sabéis, yo no me llamo Susan y nunca he estado allí (eso no lo sabíais). Así que tuve que declinar la oferta. En otra ocasión me escribieron para comprarme un reloj. Que yo al mío le tengo mucho cariño, pero es que me ofrecían 10.000 francos suizos. Lástima que no tengo ningún Rolex a la venta. Otros me escriben para cambiarme de compañía. Con lo que me gusta a mí la compañía que tengo. Que no les cambio por nada del mundo. Buena gente, amigos de sus amigos y siempre están ahí. O aquí. Según el momento. Ya me entendéis. Pero esta semana, me pasó una cosa notable. He

En estas fechas tan señaladas


No, no voy a soltaros el discurso del Rey, ni decir que me llena de orgullo y satisfacción escribir sobre la Navidad. Ya os conté cómo era el guion y algunos consejos a seguir en las cenas con amigoso y compañeros de trabajo.  Hoy os voy a hablar sobre la cena de Nochebuena.  No hay un modelo único, y cada familia o grupo lo celebra de maneras distintas, pero estoy seguro que os sentiréis identificados con algunos de los ejemplos que paso a relatar.

Dónde y con quién

Mucho más difícil que el qué cenar, está el dónde y con quién. Es una decisión complicada que provoca cienes y cienes de discusiones en las parejas (en todas,  hasta en las de la Guardia Civil).  Cuando eres pequeño no hay discusión posible, irás donde te digan que vayas, y no hay más que hablar.  Bueno puedes hablar, pero te va a dar lo mismo.  “Pues yo no quiero ir a casa de la tía de Cuenca”,  “pues te quedas tu aquí solo y te comes un bocata”, dirá tu madre.  Y ahí te ves, tan feliz tú solo, sin tener que aguantar los besos de la tía de Cuenca que te dejan sordo durante dos o tres horas, cenando un bocata de Nocilla y viendo la tele toda la noche (es el mayor sueño de un infante. De mayor te das cuenta que ver la tele solo durante toda la noche, no es el plan ideal). Al final te ves en Cuenca, porque no te van a dejar solo, y tu tía pellizcándote los mofletes y dándote el beso junto a la oreja (todo lo que oirás en los siguientes minutos será un piiiiiiiii, prolongado).

De mayor, la decisión también será ardua. Casa de tus padres, de tus suegros, de los abuelos, de los tíos de tus abuelos, del novio de tu abuela, del abuelo de tu novia. Aquí es donde te acuerdas de las clases de matemáticas y el asunto de las variaciones y permutaciones de X elementos tomando N como infinito, cuando tiende a Y (o algo así).  

Qué guapaaa, no, tú sí que estás guapa.  Qué alto está Ricardito

Es la hora de llegar a casa de los anfitriones. Todos llegan con sus mejores galas, menos el cuñado que es un desarrapao y como es un rebelde, viene en camiseta y vaqueros. Pero el resto va, no diremos guapos, pero arregladitos.  Las mujeres siempre dirán lo guapas que están las otras (lo que piensen, ya es otra cosa), Ricardito, que lleva 3 años midiendo 1,50, estará altísimo (y recibirá el tirón de mofletes y los doscientos besos seguidos de la tía en cuestión junto al oído).  Siempre habrá algún hombre que le diga al otro: “Jodé que tripa tienes, a ver si te cuidas un poco”, “ya sabes, el trabajo, que no me deja tiempo para ir al gimnasio”, dirá el barrigón, que lleva 10 años apuntado al gimnasio, pero solo fue un día… que aprovechó para apuntarse.

El discurso del Rey

La película no estaba mal, ¿pero que la pongan todos los años a la misma hora? Y siempre con el mismo actor… Un poco floja, la verdad.  Y es que todo el mundo ve el discurso de Juan Carlos Primero y el comentario Después. Digo que todo el mundo lo ve, pero nadie le escucha. Nada más salir, los comentarios serán algo así: “Jodé que corbata, vaya arruga le hace el traje, se le ve mayor, ¿por qué no se sienta en la silla como Dios manda?  En las fotos no están los yernos, 200 años viviendo en España y aún no se le entiende”. Siempre habrá alguien que diga: “a ver qué dice”...y todo el mundo pasará de él. “Ya lo veremos mañana cuando lo vuelvan a contar en todas las cadenas”.  Y tampoco haremos caso.



¿Qué cenamos?

Una vez ya tenemos claro dónde y con quién, viene la parte difícil, sobre todo para los anfitriones. Al fin y al cabo, el invitado va a comer lo que le pongan, y casi todo está buenísimo, aunque algo escaso… El menú clásico suele ser algo así, cena para trescientas personas, aunque sólo haya 5 invitados. Si sois 10, se multiplicará por 2 (o sea, para seiscientas personas).  Empezamos por los aperitivos, jamón, queso, “fuás”, langostinos  (los expertos han hecho varios estudios sobre la extinción de los langostinos durante las navidades. Cada año nos comemos una especie distinta).  Cuando crees que vas a explotar, empieza la cena propiamente dicha (merluza, cordero, pavo, besugo… o todo al vez).  Cuando ya has reventado, llega la orgía de turrones, mazapanes, polvorones, copitas de cava, champán… ¿De verdad no queréis tomar algo? No os habréis quedado con hambre ¿verdad?

Conversaciones

Dependiendo del tiempo que haga que los comensales no se ven (suele ser de año en año), las conversaciones serán exactamente iguales que si se vieran todos los días.  Deberían darnos unos guiones para no ser tan previsibles y cambiar un poquito en cada cena.  Pepe, tú hablas de la situación económica (sin entrar en política), Andrés, tú de fútbol (pero sólo de la Selección española), Juani, a ti te toca hablar de series de televisión, Ricardito, cuéntanos cómo te va en el cole y si tienes novia (es cuando Ricardito se pone colorao y no vuelve a hablar durante la cena).  Aun así, siempre habrá alguien que se salte el guión y hable de política, de fútbol (siempre del equipo contrario del que debería hablar) o de todo a la vez.  Este Mourinho que no está arreglando lo del paro…  Y es que la gente se lía.

El Guasap y sus gracias

Cuenta la leyenda que hay una persona que sigue mandando Christmas en las navidades.  El resto ponemos un mensaje en Facebook o en Twitter para que se lo repartan entre todos, que casi nunca suele ser a la familia, porque de la mesa nadie está en estas redes sociales.  Durante la cena, oímos el pitido del móvil para recibir los mensajes del jodío “guasap”.  Todos de muy buen gusto, sonríes y te hacen leerlo en voz alta. Que si los camellos se han emborrachado y van a practicar la sodomía contigo, la mula y el buey el Ere que han hecho en el portal de Belén, que si el puticlub tal te desea felices fiestas…



Miguel Bosé, ya debe andar por los 35 ¿no?

Terminada la cena, Jesús tomó el mando y se dirigió a sus discípulos diciendo ¿Qué canal pongo?  Es que con la tele hay que tener mucho cuidado. Dependiendo del canal que veas, se te considerará de izquierdas o derechas. Telesexta no, que es de rojos, pues anda que CanalMadrid…

A lo que voy, pongas lo que pongas, saldrá Miguel Bosé, Alejandro Sanz y Raphael cantando. Y ooootra vez los mismos temas de siempre. Al final Miguel Bosé era marica ¿no? Raphael ya cantaba cuando yo era pequeño, debe tener los 50… Y siempre hay un rol fijo. El que mira en San Google la edad de todos los que actúan. No me digáis que en vuestra casa no ha pasado esto.

Despedida y cierre

Es quizá lo más difícil de todo. Saber cuándo irte.  Cuando los anfitriones ya tienen esa cara de “Cuándo coño se irán todos estos”, hace dos horas que deberías haberte ido.  Desde que dices que ya va siendo hora de retirarse, que estos señores se querrán acostar, todavía queda una eternidad para irte.  Los ingleses, que son tan civilizados tienen una campaña para avisar que es la última copa, deberíamos tomar ejemplo… Yo pondría una aplicación en el Smartphone para que sonara una campanita y mandar a todos de una puta vez a sus casas.

Espero que hayáis disfrutado de vuestra cena de Nochebuena con vuestros seres “queridos”, no hayáis recibido demasiados mensajes de Guasap, y el año que viene os acordéis de hacer un guión sobre qué decir, os bajéis la aplicación de la campanita y recordéis la edad de Raphael y Miguel Bosé y no tengáis que mirar en Google (acordaos que el año que viene tendrán un año más, Miguel Bosé 36 y Raphael 51).

¡¡Feliz Navidad!!

PD: Que mis suegros y mis padres lean el blog, no tiene nada que ver con lo que voy a decir ahora.  Todo lo anterior, pasa en otras casas y familias.  En nuestro caso, todo es perfecto y los ejemplos son nada más que fruto de la imaginación del autor. 

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